jueves, 1 de noviembre de 2007

EL ENEMIGO NUMERO UNO

Hoy, otra vez vinieron a psicopatearme. Sí, vale aclarar que yo sé que mi puesto de trabajo es en un lugar muy delicado, que soy quien brinda la atención primaria, que también conozco el nivel de desesperación de las personas que llegan hasta mí, sus sufrimientos y odiseas. Pero es a ésto a lo único que no consigo acostumbrarme. A las personas que llegan a amenazar, que ponen el cuerpo en posición ofensiva, que gritan y especulan con el trabajo de alguien que desconocen.
Me cuesta verme reaccionando de ésta manera hacia nadie, en ningún lugar del mundo. Me cuesta verme agrediendo gratuitamente. Y sin embargo, es lo que recibo muchas, muchísimas veces.
Y entonces, más allá de cuestionarlos a ellos, que reconozco llegan cargados de ira, de frustración, de miedo, de impotencia, me pregunto porqué aún sigue afectándome tan hondamente. Supongo que será porque trabajo desde el corazón con algo que me apasiona, con algo que me toca y conmueve. Quizás sea esta la razón de que cuando alguien cuestiona mi trabajo, aún sin razón, me duela tanto. Porque pongo todo lo que soy en esto que hago y, a veces, uno se cansa de la degradación, el irreconocimiento.
Pero vuelvo a lo que quiero decir, que es: Realmente ¿nos lastima quien quiere, o solo quien puede?. Porque a lo largo de mi vida, solo me ha llenado de tristeza cuando me hieren, amenazan o prepotean, personas a las que aprecio o a las que les dedico algo.
Entonces, esta incomodidad que no dejo de sentir, como si me prejuzgaran, como si estuviera en tela de juicio mi integridad moral y profesional, sería culpa mía. Por involucrarme más allá de lo debidamente necesario en algo o con alguien, ¿no? Pero ¿verdaderamente se puede trabajar honestamente y con esmero en temas sociales, sin involucrarse un poco con aquellos que vienen a nuestra puerta a solicitar ayuda?
¿Me lastima quien puede, quien yo quiero ó simplemente es inevitable?
Intenté no hacerme cargo de las cosas que esta señora dijo, por saberlas falaces, pero me fue imposible echarle la culpa a ella. Es el roce permanente con situaciones sociales de riesgo que me impide no ponerme un poco en la piel del otro. Y, por supuesto, esto me imposibilita no percibir todos esos otros sentimientos que se ocultan detrás del arranque de furia.
Es difícil reponerse de estos momentos, pero es necesario, de lo contrario no me sería recomendable seguir trabajando en esta problemática. Aún así uno se queda pensando en porqué los seres humanos tenemos que estallar de esta manera con otros seres humanos que deberían estar para ayudarnos pero no pueden por nuestra propia deficiencia a la hora de relacionarnos. Dónde queda el poder empatizar con el otro, el respeto, el don de ser de cada uno. Cómo podemos esperar ser tratados si comenzamos un acercamiento cargados de tanta ira, prepotencia y condescendencia. Cómo podemos olvidar que "ese alguien" que hay detrás de un escritorio o un mostrador no es más que un trabajador, un ser humano.
Y así queremos un país mejor, más solidario, más humano y menos burocratizado, así exigimos que nos traten bien y nos ayuden. Pasando por encima de los demás, cansando a quién solo pretendía ayudarnos, obligándolo a ponerse la coraza de empleado burocrático que cumple, sin jugarse por nada ni nadie. Así pretendemos oficinas más eficientes y comprensivas.
Espero que no, pero dentro de unos años, quien - como yo - procuran y se preocupan por mejorar la atención inmediata se habrán cansado del patoterismo ciudadano y serán iguales o peores que los "calienta silla" que ya hay en la actualidad. Esas caras anodinas de miradas vacuas que no dan ninguna respuesta, ayuda o solución.
Bien dicen por ahí, que todo "empieza por casa". Y que "hay que dar para recibir".
¿Y nosotros, cuando fue la última vez que vimos a un empleado de atención al público como nuestro enemigo Número Uno?

5 comentarios:

Guillermo Paniaga dijo...

Cherry, lamentablemente la ira irracional es parte de la naturaleza humana.. y la violencia fría también. A vos te tocó una loca que grita sin sentido; a otros les toca que les tiren una bomba atómica, para ir hacia el otro extremo. Con esa persona que grita sin razón, lo mejor es dejarlo correr y no entrar en el juego, porque si no terminás violentándote vos también. Que no te afecte más allá de lo que pudiste sentir en el momento... Quizá también influya más en tu ánimo por las otras situaciones que estás viviendo. Por eso, no te dejes invadir por la agresión gratuita porque ahora tenés que andar con todas las pilas puestas. Besote...

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Holaaaaaaa Guilleeeeeeee!!! No, si por lo general me afecta ese día y al día siguiente me lo tomo con soda. Yo soy una persona de hablar alto y claro, pero nunca a los gritos y si grito nunca es en actitud agresiva, al contrario, cuanta más rabia tengo, más bajo la voz. Por eso no entiendo a la gente que grita y amenaza... además me pone muy nerviosa, sobretodo cuando no estoy en una posición de contestar como quisiera, porque no soy yo quien contesta, yo contesto con una institución detrás que puede verse afectada. Así que uno tiene que ser medido, educado, no gritar, jamás faltar el respeto y ser todo lo amable y colaborador que la situación permita.
Pero bueno, es cierto, intento no ponerme nerviosa ni violentarme, por los demás y por mí misma. Porque aunque me violente la siguiente persona que tenga que atender merece ser atendida como dios manda. Así que hay que ser muy diplomático para no generar situaciones desagradables para el resto del público presente.
¡Y dicen por ahí que es fácil!
Igual lo que intentaba era poner a "los que habitualmente son público" en el lugar del que está del otro lado del escritorio/mostrador y que entre todos repensemos nuestras formas de manejarnos por la vida y nuestros semejantes. Sí, se que suena a sermón, pero es lo mínimo indispensable para una buena convivencia ciudadana. Por otro lado, honestamente, creo que por las buenas siempre se consiguen más cosas.
Te dejo un besote enorme, estoy casi saliendo de viaje para Buenos Aires, que pases un precioso fin de semana!!!!

Anónimo dijo...

hola cerecita...no te amargues, hacé un poco de cintura y que las boludeces y la estupidez humana te pase por el costado. Y lamentablemente estamos en un país en el que abunda la soberbia , el egoísmo, la mala educación, el salvese quien pueda y la estupidez por sobre todo,,,si no, no se puede explicar de que otra forma ganó la Sra. K.
besos ..

Chechu, la del viejo San Telmo dijo...

Ay, Cerecita! La atención al público la viví en otro ámbito, y es tan desgastante como gratificante, al menos para mi...
Creo que muchas veces la gente "descarga" sus broncas, su ira, su enojo, con quien puede o quiere y no con quien debe...
La situación es fea, sin dudas, yo también suelo "afectarme" (ojo, no más de lo que amerita), pero creo que la mejor forma de manejarlas es escuchar hasta que la necesidad de gritar o agredir se vaya y ahí poder hablar, hacer algo... de todos modos cada cuetión es única... como cada persona...
Paciencia, y fuerza...
Ah! Me alegra saber que estás mejor!!!!
Besito

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Lobo!!! Holaaaaa que lindo que vengas a visitarme de entre viaje y viaje!!! Y si, este es el país en el que vivimos... ¡es tan raro! Vos lo sabrás mejor que yo, es la sabiduría del camino!!! Se aprende más viajando y hablando con la gente que de cualquier otra forma, así que no espero contarte nada nuevo jeje.
Abrazos y besos!!!

Chechuuuuuuu y sí, casi todos hemos tenido alguna experiencia de venta o atención al público, quizás las instituciones públicas son peores porque la gente ya va mal predispuesta y acostumbrada a que el empleado público tiene que estar al servicio y es facilmente denunciable. Pero bueno... me dan los arranques de impotencia en el momento y después se me pasa. Pero me pareció un buen tema para tocar, esto de ser educado y amable como primera opción y ver que pasa... siempre considerando que quizás el que está del otro lado también tiene don de gente y puede ayudarnos en vez de ser instantáneamente "el enemigo".
Te mando un millón de besos, se te extraña, espero que todo marche "viento en popa". ;-)