domingo, 7 de octubre de 2012

Pitonisa

Sencillamente no le gustó lo que vio.
Se preparó un baño de inmersión con agua de azahar y burbujas. Puso música lenta y se sumergió en la tina.
Se dejó estar. Se dejó llevar por la música, el calor y el vapor.
Cerró los ojos pidiendo que no se le bajara la presión.

Cuando el agua comenzaba a entibiarse, se puso de pie y se enjabonó. Un último zambullón y afuera.
Se frotó suavemente la toalla por el cuerpo, la sintió deslizarse delicadamente por cada parte de su anatomía. Se detuvo disfrutando de la visión de la mullida tela recorriéndola, absorbiendo gota a gota, casi eróticamente.

Sintió sus piernas tibias y débiles, como fuera de su cuerpo...
Sacudió la cabeza y decidió que era mejor ir a dormir. Fue a la cocina, se preparó una taza de té de jazmín, dulce en su aroma y en su sabor.
Paladeó el primer sorbo y se pasó la lengua por los labios, tibios y aterciopelados.
... Muy caliente todavía.
Abrió el libro de hojas amarillentas y el olor a viejo, cosquilleó en la punta de su nariz.

Leyó por un rato, mientras tomaba el té.
El sueño la atrapó por sorpresa. Otra vez la visión del cristal. Otra vez la sensación de angustia atenazándole la garganta.
Se despertó sobresaltada con un grito pulsando por escaparse de su boca, el corazón acelerado y las pupilas dilatadas.
Cerró los ojos y una lágrima colgó de sus pestañas.
En la oscuridad sintió frío.

Fuera se oían pájaros cantando, el sol asomaba por la ventana y, a lo lejos, un perro ladraba.
Mientras ponía el mate y abría la puerta al patio puso a quemar ruda, laurel y romero en una olla.

Un golpe en la puerta la sorprendió. En pantuflas, bata y, aún con el pelo revuelto, se acercó a abrir.
Cuando vio a Gonzalo solo atinó a parpadear.

Mientras el mate se le resbalaba de la mano, la premonición de la noche anterior, la asaltó violando el sol que se colaba por la ventana...
El joven se echó sobre sus brazos con el pánico y un dolor más profundo que un abismo embargándole la mirada...

- Lo siento, Stella, tenía que decírtelo yo...

Cuando miró el piso, solo pudo fijar su mirada en la yerba que se desparramaba por los mosaicos... y una línea de agua verdosa que se dirigía directamente hacia ella.
El sol se había ocultado. Ya no volvería dormir... nunca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Loca que haces tanto tiempo? resucite mi blog de soltera, y se me ocurrio entrar al tuyo, a ver si seguias escribiendo y me encontre con un blog renovado, parece que en estos años, cambiamos mucho, crecimos revivimos, no me dio el tiempo de leer tooooooodoo pero ya volveré con más tiempo. Un saludo muy cariñoso!