DEEPLY DEPRESS

Estoy hecha un trapo.

Ya está, tenía que decirlo. Hasta que no lo veo escrito es como si no fuera real.

En tres días pasé de convertirme en la Princesa Bella (de "La Bella y la Bestia"), para aparecer hoy frente al espejo como la Princesa Fiona ("Shreck").
Y la verdad es, que no tengo muchas ganas de que eso cambie. No tengo ganas de arreglarme, de maquillarme, de pasarme la planchita por el pelo...
Es más! Ayer no comí nada desde el almuerzo, pero recién vine a darme cuenta hoy, a la misma hora, cuando noté que tenía demasiado hambre!
Curioso. No es normal que no tenga apetito...

Ya me pasé líquidos casi por vía endovenosa, es decir: fumo y tomo gaseosa.
Me duele un poco la espalda, pero creo que es porque desde el viernes básicamente he ido: de la PC a la cama, de la cama al sofá, del sofá a la PC y todas las combinaciones posibles... ¿la excusa? dormir, leer, ver tv...
Ahora en un rato y para variar un poco, voy a prepararme unos mates y de vuelta al sofá.

Es raro cuando uno se pone un poco depre y lo piensa. No es que no tenga otras cosas que hacer. Podría bañar a Arsenio (la semana pasada lo llevé a la peluquería, pero hay que bañarlo "al menos" una vez a la semana y como que ya le toca), otra opción es que por lo general los fines de semana me dedico un tiempo al cuidado de la piel... cremas, mascarillas, peeling, etc.
Pero lo más notable es que mi amiga, que me vio medio bajoneada el viernes, me invitó ayer a pasar el día en su casa de fin de semana (piscina, sol, verde, comida, etc) y ni siquiera me molesté en responderle el mensaje.
Ya veremos que se me ocurre mañana como excusa a su generosidad... algo que no sea: "preferí quedarme encerrada en casa regodeándome en mi tristeza".

Y eso es lo que más me llama la atención... cuando nos deprimimos, queremos dejar de estar deprimidos, pero no hacemos nada para que eso ocurra. Sencillamente no tenemos porqué. Y nos hundimos en un pozo patético que nos avergüenza, pero nos quedamos ahí como si nada.

Una cosa que me da un poco de risa, es el humor que debo tener y no percibo. Porque cuando se está así, uno no se da cuenta si responde mal o si todo lo que responde/opina está teñido de negatividad.
Pero la prueba irrefutable surge cuando mi madre prefiere irse el sábado y el domingo a casa de su novio.
Ella adora descansar en casa. Siempre prefiere su casa. Salvo por este fin de semana.
Es evidente que si esta mujer, capaz de hacer frente a una horda de vikingos que se quedaron sin whisky hace una semana, los enfrenta con una sonrisa y palabras suaves, prefiere irse... es que mi humor ha pasado de belicoso a draconiano.

No obstante, esto solo me produce risa.

Y el lunes a la noche se va por unos días, con lo cuál, solo tendrá que soportarme parte del día de mañana... la parte en la que no estoy trabajando. Después de eso, quedaré a solas rumiando mi mal humor, viendo programas lobotomizantes y comiendo cuando me acuerde que tengo que hacerlo.

En fin, intentando no caer en la parte quejumbrosa de la situación, y evitando arrastrarme penosamente por los sentimientos, voy a elegir quedarme aquí, en esta parte, que puede resultar un tanto cómica.
Cómica en un sentido muy absurdo y bizarro.
Pero no sin antes decir algo que se me ocurrió hace un rato, como si de una epifanía se tratase...

"Mucha gente nos dice que a medida que uno crece, que madura, que pasa el tiempo... ciertos dolores, duelen menos. Es una mentira señores. Duelen exactamente igual. Duelen del carajo. Solo que con el tiempo hemos aprendido distintos "trucos" para distraernos muy brevemente del dolor. Incluso algunas personas (no es mi caso), aprenden a mentirse sobre ese dolor. Pero el dolor está ahí, no se va, durará lo que tenga que durar... y duele lo que tiene que doler, nunca menos...".