domingo, 16 de mayo de 2010

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

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Alicia se considera una chica moderna. Bien de este siglo, con pocas reminiscencias del anterior. Así que esa noche pensó en lo bueno que era no tener pareja en ese momento.
No, no era cierto. Le hubiera gustado tener una. Le hubiera gustado mucho.
Pero no la tenía. Y si bien hubiera cambiado gustosa la salida de esa noche, por una noche de chocolates y películas, lo cierto era que mejor que se entusiasmara con el plan, si no quería pasar la noche sola.

No fue casual que pensara en las ambivalencias que sentía ultimamente. No podía negar que a veces lo mismo que la alegraba, le recordaba aquello de lo que carecía.
Adoraba a su amigo (con el que iba a salir), nadie era mejor compañía, pero añoraba la clase de compañía que "aportaba" otras cosas a su vida.

No obstante, la vida solo le dejaba una camino: vestirse y salir hecha una diosa, para pasar un sábado más de su soltera, pero bien llevada vida.
No eligió casualmente su atuendo: hacía rato que tenía ganas de usarlo, y la salida de esa noche parecía ideal para ponérselo.
Se calzó los altos tacos, se enfundó en un palazzo negro: clásico, perfecto. Una camisa negra, transparente y ajustada, venía perfectamente al corset blanco con cintas negras.
El maquillaje acompañaba al oscuro pero sexy vestuario. Los ojos de un negro humo profundo y la boca roja con reflejos dorados era el acabado perfecto.

Su amigo la pasó a buscar a la 1,30. Su alegría e histrionismo le recordaban al sombrerero de "Alicia en el país de las maravillas".
Esta noche, el sombrerero había traído a un amigo.

"De la misma cepa" - pensó Alicia.

Se encaminaron charlando hasta el templo al que se dirigían.
Desde fuera, Alicia lo había visto muchas veces.
Pero esta vez, sería diferente. Esta vez, iba a entrar.

El boliche era tal como lo imaginaba, oscuro, con un techo muy estrafalario, con luces por todos lados, manos que sostenían bolas de fuego que pasaban del verde al violeta más intenso. Negro y rojo.
Todo era muy gótico, muy oscuro, pero retumbaba en todos lados el sonido de la música electrónica.
Dicen que era una sinagoga judía. Que allá por los años '40 o '50, se habían producido unos atentados y la comunidad decidió que era mejor abandonarla.
En la planta alta, había una segunda pista llena de chicos y chicas que se aturdían con música pop, ritmos latinos y cumbia.
Según supo, antiguamente allí, en esa misma sala, se guardaba la Torá. Era la habitación más sagrada del templo.

El sombrerero prefirió la pista dance, quizás porque había más gente, quizás porque le gustaba más esa música, no importa, pero se quedaron abajo.

Bailaron toda la noche, entre hombres de "El secreto en la montaña" y mujeres más atrevidas que "Thelma y Louise".
Realmente había algunos hombres hermosos, para ser admirados y acariciados con la vista como inalcanzables.
Y lo eran, al menos para Alicia.

Los anfitriones de la fiesta (¿o debería decir anfitrionas?), medían no menos de 1,90 con las altísimas plataformas. Peluca rubia y peluca verde.

Una de ellas, llevaba un vestido de ensueño. De Benito Fernández.
Alicia, mientras alternaba el baile con el sombrerero y su amigo, añoraba ese vestido de delicada seda y esas plataformas de 20 cms. que llevaba la Drag Queen.

El sombrerero le dijo que no era una Drag Queen, era un transformista. Pero aquel vestido, era digno de una reina, así que decidió no hacerle caso.

Entre el público, varios transformistas con corsets y polleras cortas bailaban con el público.

En el escenario, un par de stripers varones, se desvestían en una danza sensual y provocativa.

Las luces acompañaban a las chicas que miraban a Alicia, que ignoraba todo, menos el ambiente.

Por alguna razón, no podía dejar de sentirse, por primera vez, en Wonderland. Un mundo que la atraía, pero por lo extraño.
Pero a la vez, no era extraño. No era como estar en un circo, era real y fantástico. Veía como a medida que pasaba la noche, los chicos encontraban a sus novios y las chicas a sus novias.
Era todo tan natural como maravilloso. Un país que muchos pretenden ignorar que existe, y que a ella le parecía tan normal.

¿Por qué no? Si se gustaban. ¿Por qué no? Si podían amarse. ¿Por qué no?

De pronto. Alicia sintió como su cuerpo todo se alivianaba, su mente se dispersaba y sólo oia la música. Se dejó llevar por ella y por los cientos de personas que bailaban a su alrededor... sintió como sus pies danzaban una música vieja, muy vieja, un ritual que no conocía, pero que sus venas llevaban por su cuerpo.
Sintió el salvaje sentimiento de dejarse llevar, por aquel lugar tan bello, dónde nadie la miraba y nadie más importaba que aquellos que estaban allí.
Todo estaba permitido, porque era el lugar que nadie quería ver. Todo estaba permitido, porque allí estaban "los prohibidos" de la sociedad.
Y bailó toda la noche, y rió durante horas. El sombrerero bailaba a su alrededor y con todos los hombres que se acercaban.
El amigo del sombrerero también bailaba, pero la miraba a ella. Alicia estaba tan distraída en Wonderland, que no supo mirar.

Cuando la fiesta terminó, Alicia agradeció por esa noche de libertad. Libertad de ella, de los hombres, de su vida. Por poder hacer lo que quiera sin que nadie la condicione, por poder salir a bailar salvajemente sin pensar en las apariencias, por vivir sin prejuicios idiotas y sin tapujos.

El amigo del sombrerero se le acercó con deseo en la mirada. Solo le pidió un beso.
Pero Alicia no lo dió, esa noche era solo ella, solo para ella, sin nada ni nadie que la condicionara.
Alicia no quiso atarse a él. No quiso dar siquiera un beso.
Pero en su mente, no puedo evitar el recuerdo de alguien más.

Aún pudiéndose despertar de Wonderland, nunca podría despertar de ese recuerdo.

- No, me voy a casa.

El sombrerero aún bromea con su partida apresurada.
El caballero del beso, como todo caballero que se precie de sí, no dice nada. Lo más probable, es que ni él mismo lo haya entendido.
Pero Alicia sabe que solo un príncipe puede robarle de nuevo su libertad.
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3 comentarios:

pipistrello64 dijo...

Hace mucho que no comento, pero no me maldigan por eso.

Cherry, leí TREINTA y me pareció excelente. Deberías, de algún modo, publicarlo. Lo compraría de una!

Respecto al relato de Alicia, despertar de Wonderland es más fácil que despertar de un sueño soñado. Soñar algo estructurado, pensado, y deseado, es genial. Pero no deja de ser un sueño, que a la mañana siguiente, no existe. Una ilusión pre-pensada en vez de improvisada. Soñada, si se me permite repetir el término, pero con parámetros propios.

Aunque la realidad (o no) te golpea a continuación.

Te mando un abrazo grandísimo!

Y otro atrasadísimo a Zeta, ya que leí su recomendación del Club del Dante. Excelente.

Andrea Landella dijo...

He de confesarme adoradora del país de las maravillas y de todo lo que puede despertar...
Kami, te felicito, otra historia genial.
Besos!! y gracias por seguir encantando con tu magia!

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Pipis: Me alegra que te haya gustado 30... publicar? hace como 100 años que desistí de eso...

Ud. cree que despertar de wonderland es fácil? yo llevo 30 años intentándolo y no ha habido suerte jajaja

Un beso giganteeeeeeee Pipissssss

Andrea (wtchie pa' los conocidos): Yo también alucino con wonderland, y con todas las wonderlands que no conocemos... esta es una wonderland medio under, pero vale :-P

Besitos mi reina, entre hoy y mañana veo de colgar algo por acá y visitar blogs amigos :-D