domingo, 5 de septiembre de 2010

LA EXTRANJERA 1

Las viejas del pueblo cuentan (y ellas lo saben todo desde la época de mis abuelos) que hace muchas décadas, cientos de años quizás, llegó al rancherío una mujer extranjera.
Nadie sabe a ciencia cierta, en qué momento apareció.
Sólo recuerdan que un día se la vio sentada en la plaza (que en ese entonces no era más que un pedazo de tierra con pasto) dándole, vaya uno a saber qué cosa, de comer a los gorriones.
Una vecina de Doña Ana afirma que no fue la mujer lo que llamó su atención, sino la cantidad de pajaritos que tuvo que espantar para llegar al almacén.

En cambio, mi tía Jacinta dice que si bien los pájaros eran un incordio, nadie puedo dejar de mirar aquella cabeza en llamas.
Efectivamente, mientras la tía volvía a calentar la pava, el tío Alberto me dijo, como en secreto:

- En el club de bochas no se habló de otra cosa durante tres semanas. No hubo un solo hombre en todo el pueblo que resistiera mirarla.

Cuando volvió la tía dispuesta a seguir su relato, el tío volvió a enmudecer perdiendo la mirada en lontananza, allá a lo lejos, sin pestañear siquiera.
Yo lo miraba cómo quién espera algo más, pero su indiferencia me hizo pensar en alguien que oculta algún secreto.
Entonces le pregunté a la tía cuántos años tenían ellos en aquel entonces.
La tía sonrió.

- Éramos chicos, muy chicos. No teníamos estas arrugas, teníamos la espalda erguida y el paso firme. Jugábamos, las chicas a tomar el té y los varones a las bolitas.

Entonces yo iba de la mano de mi mamá cuando la vimos. La piel blanca como la leche, la cabellera larga hasta la cintura, de color cobrizo. Los ojos más verdes que nunca haya visto.
En realidad, si en algo acierta Doña Ana, es que nadie le prestó demasiada atención aquel día. La imaginamos de paso.
Algún que otro joven del pueblo se acercó a hablar con ella, pensándola una mujer de la carretera.
Pero uno a uno la fueron dejando. Era evidentemente una dama.
Debieron notarlo en su largo vestido, impecable a pesar de haberse arrastrado por medio pueblo, debieron ver aquel pelo cepillado más de 100 veces, reluciente y brillante como la lava.
Las señoras, la miraron con desconfiaza, supongo que evaluándola, sobre todo las que tenían hijas casaderas.

Pero la extraña solamente miraba los pajaros que se acercaban a sus pies y se posaban en sus hombros.
Para media tarde, la mujer estaba rodeada de animales que se habían acercado a ella. Un perro perdido de su dueño, un montón de pajaritos, un gato gris que creo que era el de Doña Anuncia.

- Tu tío cree que no lo vi. Estaba con los viejos en el bar de Don Doménico, jugaba a las bolitas y de vez en cuando levantaba la cabeza y la miraba. Todos los hombres del pueblo la miraban.
El tío parecía no haber escuchado una palabra, se mantenía inmutable, sordo como una tapia.

- Y ese fue el problema de la extranjera. Que todos la miraban.

Ella parecía ajena a todo, al revuelo que había causado en el pueblo, a la atención de los hombres, el odio de las mujeres, la envidia rabiosa y corrosiva de las jovenes. Simplemente estaba ahí. Esperando algo que todos desconocíamos.
Mi madre me contó una vez, todo lo que nunca supimos los más chicos. Ya habían pasado muchos años, cuando supe por qué desapareció.

Mamá me dijo, que la mujer con el cabello rojo, se llamaba Isabella. Que estaba recorriendo la región en busca de su amor.

Ella creía que Isabella nunca lo había conocido, que su búsqueda era una simple excusa para andar y desandar caminos.
Pero eso nunca nadie lo supo.

La abuela había sido en aquella época una mujer casada, con una pequeña hija y con la arraigada idea de que había que ayudar a los menos afortunados y ser la mejor anfitriona que se pudiera.


En esa coyuntura, decidió acercarse a la dama, preguntarle su nombre y ofrecerse a proveerla de una cama y comida caliente para la noche.


Isabella la miró, sonrió y el mundo entero a sus pies floreció.
Nunca había visto yo unos dientes más blancos y perfectos como los de aquella dama, lejos de los dentistas, el agua potable y todas estas cosas.

Ella nos dijo que se encontraba bien y que solo esperaba encontrar un cuarto en algún lugar de paso, ya que no sabía si lo que buscaba estaba allí.

Mamá la miró de arriba abajo y meneó la cabeza.
- Señora, aquí no hay lugares de paso para una dama como usted. Aquí solo recalan forajidos, hombres de mal vivir y borrachos. Viene con compañía?
Claro que mamá se refería a una dama de compañía, hija, en esa época ninguna mujer de buena familia se hacía acompañar por un hombre.
No obstante, la joven meneó la cabeza y sólo respondió:

- Viajo sola.

Mamá volvió a echarle otra mirada, como quién piensa que una joven que se aventurara sola por los caminos, de ninguna manera, podía provenir de una buena familia.

Sin embargo, su evaluación la decepcionó, por dónde se la mirara, la joven estaba inmaculada, su vestido era recatado, elegante, a la moda y sin lugar a dudas, era una confección a la medida.

Recuerdo que en ese momento yo ya estaba aburrida y empecé a tironear la mano de mamá para que me dejara correr por la plaza, pero ella sostuvo mi mano firmemente como diciéndome que ese no era el comportamiento que debía tener una jovencita, y rápidamente reiteró su invitación a la joven.

- Si llega la noche y no encuentra un lugar adecuado, soy la señora de Máximo Cavallieri y la casa está casi al final de esta calle.
No es muy grande, pero tenemos una habitación de sobra.
Ella es Jacinta, dijo mirándome con la dureza de siempre, exigiendo compostura.

Isabella me miró sonriente y se agachó para estar a mi altura. Yo no podía dejar de mirar su vestido lamiendo el suelo de tierra. Su hermoso vestido verde esmeralda con ribetes en oro.
- Cuántos años tienes? - me preguntó.

Yo miré a mamá para saber si podía responder, y ella me dio la venia con la cabeza.


- Cinco - dije dubitativa.

- ¡Ya eres una niña grande!


Lo siguiente que hizo, me sorprendió mucho. Buscó el pajarito más cercano y acercó su dedo. Un dedo blanco marfil, delgado, limpio y elegante.
El pajarito subió y acomodó sus patitas para sujetarse. Ella lo acercó a mí.


Nunca había tenido un pájaro tan cerca de mí. Era hermoso, pequeñito y suave.


- Puedes acariciarlo, pero despacito para que no se asuste.


Yo puse mi torpe dedo de niña encima y lo hice soportar mis caricias.
Ella solo sonreía y me miraba fijamente, con ternura.


- Al final de la calle, dijo, no?


Mamá la miraba ahora con desconfiaza, respondió que sí, porque no podía retirar su invitación, pero sentí el tironeo cuando se despidió de la curiosa señora.


Ese día, ya no supimos nada de la elegante pelirroja.


Pero al día siguiente, en el almacén no se hablaba de otra cosa. Contaban las señoras, que sus hijos y esposos tampoco decían nada que no refiriera de alguna u otra forma a la viajante.


"Y mientras José iba al almacén de ramos generales, lo deslumbró el brillo de esa cabellera y perdió el control del caballo..."
"Mientras Bruno caminaba casi pisa un gorrión y cuándo levantó la cabeza ella estaba ahí..."

"A Augusto lo pateó el caballo al que le cambiaba el herraje por mirar a la dama de verde..."


Las señoras estaban furiosas. Los hombres libidinosos. Los casados envidiosos. Las señoritas, furibundas.
Pero todos hablaban de ella.
Mamá se congració con todas las mujeres del pueblo cuando dijo: "Yo hablé con ella, se llama Isabella. Es una mujer muy rara."


El almacén era una cotorrerío, todas preguntaban a la vez, todas querían saber.
La mayoría insistía en saber qué hacía la mujer allí, quién era su amor, y si estaba soltera.

Todas enmudecieron cuando la vieron entrar a la tienda.
Ella saludó con la cabeza haciendo flotar su maravilloso vestido violeta con una faja roja que marcaba su diminuta cintura.
Yo era demasiado pequeña, pero hoy estoy convencida que en los rostros a mi alrededor, solo veía envidia.

Ella se encaminó silenciosa hasta el tendero y pidió pan y queso.
Luego se paró frente a mi madre y le dijo:

- Sra. Cavallieri, tenía usted razón, si no es mucha molestia me gustaría aceptar su oferta de ayer. Pagando, por supuesto.

Todas las miradas se dirijieron a mi madre que temblaba por retirar su anterior ofrecimiento. Pero algo dentro de ella, hizo que aceptara con la cabeza, apretara mi mano y le respondiera.


- Si hace el favor de seguirme, le mostraré.

La joven nos siguió a lo largo de toda la calle, sin mirar hacia ningún lado, parecía ignorar que todas las miradas se volvían sobre nosotras. Mamá caminaba más erguida que nunca, tensa y temblorosa. Al pasar al lado de mi padre le dirigió una mirada significativa y el sólo bajó la cabeza y continuó el juego de naipes que tenía entre manos.

Cuando llegamos a casa, mamá le mostró todas las instalaciones y le ofreció que ayudara con la comida que pronto comenzaría a preparar.
Isabella juntó delicadamente sus palmas y agradeció a mi madre por tanta generosidad.
Llegó mi hermano corriendo casi sin aire, y me preguntó:
- La extranjera se queda en casa?- Sí, respondí.

Él tomó aire y salió corriendo para el bar, seguramente a informar a los señores del pueblo.


Nadie sabía que aquella mujer, desataría un infierno.


Yo miré a la tía Jacinta como espectante. Ella se levantó, miró en derredor, pero como si volviera a mirar todo con sus ojos de niña, como si mirara el pueblo que ya no era.


- Voy a sacar la torta del horno.


El tío se volvió a acercar a mí y en tono muy bajito dijo: Se desató un infierno y miles de corazones se rompieron. Las mujeres del pueblo aún esperan verla cuando un hombre deja a una mujer.


Luego se puso en pose de "no escucho más", con la mirada perdida en otros tiempos que parecían más mágicos que los presentes.
Yo me cebé un mate y esperé.
.
.
. .
Nota: Don Zeta, sus deseos son órdenes (jajaja). Besos!

15 comentarios:

Andrea Landella dijo...

Kami!!!
¿Qué puedo decir de este relato? Ah, sí, ¡¡¡Quiero Más!!!
Apasionante...

Andrea Landella dijo...

Kami, paso de nuevo por tu blog para avisarte que comparto con vos el premio sunshine award, que me dieron mis compañeros de blog "Emancipados De Mentes" Buscalo por mi blog.
Besos

Zeta dijo...

Ahhhhhh
felicitaciones Cherry.
Cambió bastante desde la última vez que pasó, Andrea.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Gracias Witchie!!!! Gracias, gracias, gracias... como dije en tu blog, son muchas las razones por las que me emociona tanto que compartas conmigo este premio!!!

Zeta: Que es lo que cambió mucho?
Por otro lado, le agradezco mucho sus felicitaciones, sobretodo porque estoy muy contenta JIJI
No hay lugar para la falsa modestia :-P

Zeta dijo...

Cambió la foto. ¿No lo ve? Casi parecen dos personas diferentes.

Usted, por ejemplo, no cambia. Está siempre igual, desde hace años.
Desde que pasó de ser cuatro (con una mariposa en el diome, creo recordar), a prepararse para una fiesta y mirar para arriba (como está ahora en la foto), no cambió más.

A veces pasa que las personas no cambian. Queda una imagen tuya congelada en los recuerdos de una o más personas.

Y otras veces pasa algo más raro todavía. Ese reflejo evoluciona. Separado de su contraparte real.

Parece algo trivial. Pero pasan muchas cosas muy muy raras con esto. No siempre buenas. No siempre limpias.

Es el mundo de atrás del espejo. Donde los reflejos viven más allá de las ocho horas que tienen que cumplir, colgados en los baños, en los roperos. El verdadero mundo de Alicia.

Zeta dijo...

s

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ZETA: Yo cambio todo el tiempo, pero poquito. Creo que evoluciono, quiero creerlo.
No sé si tanto como puedo evolucionar en la mente y el pensamiento de otros, pero intento hacerlo.

No quiero quedarme congelada en el tiempo, tanto es así, que desde que leí su comentario me detuve a pensar si no era conveniente cambiar la foto de mi perfil.
Lo cierto es que la imagen, es la imagen... y quizás físicamente no haya cambiado, quizás siga muy parecida a la de esa foto, pero "lo esencial es invisible a los ojos..."

Cierto es, y coincido plenamente con ud., que la imagen y el recuerdo de los demás se porta de maneras extrañas en nuestra mente... ella tiene vida propia y acomoda nuestros recuerdos intentando protegernos de ellos. Es así que dicen que cuando alguien fallece o desaparece de nuestras vidas largo tiempo solo deja la estela de lo bueno que era... y como por arte de magia, se olvida todo lo malo.
Quizás sea necesidad de protegernos, o una sabiduría que escapa a nosotros mismos y nos dice intuitivamente, que en perdonar y seguir adelante está la verdadera cuestión.
Es como si, sin pedirnos permiso, nuestra mente decidiera perdonar y olvidar lo malo, para poder seguir nuestro camino "limpios".

En cuanto a los reflejos de wonderland... bueno, duran lo que nosotros nos detengamos a mirarlos...
Le diré que mientras más nos abrume la soledad, la soledad del alma, más nos pararemos frente a esos espejos a ver los reflejos del pasado...

Zeta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
India dijo...

A ver me dio curiosidad Z, voy a curiosear si usted cambió, recuerdo su ultima imagen en su blog.
Ya vuelvo.
Empiecen sin mi.
Saludos
India

India dijo...

Guauuuuu, si cambió! Z!!
Y como!
Bueno, leeré el finde. (creo)
Tengo que empezar por el post de Cherry que me llevará tres días entenderlo y así sucesivamente...

Zeta dijo...

Hola india. El tiempo es una ilusión creada por el cambio en las cosas

India dijo...

Hola Z.
El tiempo es un sinvergüenza!
siempre haciendo estragos, despojando más que dando.

Que será de la vida de sus amigos blogueros¿?, de que se habrá encargado el tiempo.
Voy a leer.

Primero voy a desayunar con coca light y facturitas!! ya vuelvo.

Andrea Landella dijo...

A Z.
Ah es que a mi me encanta cambiar, para mi lo único que es realmente constante es el cambio...
He cambiado nicks, fotos... lo que no cambia es que la que está tras las fotos sigue siendo la misma persona, con más experiencia, menos paciencia, más sentido del humor... y quién sabe cuántas cosas más.
Saluditos
Andre

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

No sé si se lo dije Zeta, tengo un lío bárbaro en la cabeza desde que empecé a rendir, a la Diosa gracias que termino el lunes... en fin, a lo que iba: La nuea plantilla de su blog me lastima los ojitos... ¿qué hizo? ¡¿qué hizo?!
Antes me transmitía paz y ahora me vuela los pelos! Dios!
En fin, nada, pasé a ver en que andaba y me acordé que desde que vi el cambio tuve esa impresión... hoy se repitió.
Dejo besos y la semana que viene si los vientos me acompañan, me pondré a actualizar esto!

Zeta dijo...

No me diga eso cherry!
Me rompe el corazón.
Ni me acuerdo ya como estaba antes. Ni tengo total certeza de a cuándo se refiere usted.
Pero anímese. De a poco le va a ir gustando.