LA MUJER QUE QUIERO SER

¿No es maravillosa? Una rosa perfecta. Quizás algunos se pregunten si se me ha dado por la jardinería, siento confesar que no.
Hoy es el cumpleaños de mi mamá. Para ella es esta rosa blanca y casi perfecta que me recuerda a ella. Una de mis flores preferidas por su belleza pura y sutil. ¿Que se le puede decir a una madre en el día de su cumpleaños? Uf! ¡Tantas cosas!. Aunque yo sé que ella las sabe todas. Porque en ella tengo mucho más que una gran madre. Ella ha sido a lo largo de mi vida un ejemplo de ser humano, con sus virtudes incontables y sus confesados errores. Ella me enseñó que no hay mejor forma de aprender que equivocándose. Que la sabiduría se construye desde éste aprendizaje y no desde la perfección.
Ella fue quién me otorgó los valores y principios que hoy me hacen la persona que soy. Valores humanos y no divinos. Valores nacidos del deseo de ser feliz y hacer el bien. Mi madre predicó siempre con el ejemplo. Nunca quiso ser "la madre perfecta" (y sin embargo, lo es), pues siempre me mostró su lado humano y de mujer. Reconociendo sus errores (muy pocos) y sacando de ellos la lección para hacerlo mejor la próxima vez. Jamás me enseñó nada desde el reto o la intransigencia, todo lo dejó en manos de la comunicación y los procesos lógicos y del corazón. Siempre supo llevarme "al lugar del otro" a "ponerme en sus zapatos". ¡Cuánto se aprende de uno cuando se aprende de los demás!
"Mamucha", como le digo (a no reirse de leer esto de una mujer de 27 años, eh?!), me trae en estos recuerdos de mi niñez el aroma del jazmín. Una flor sencilla, pero atractiva y con uno de los aromas más exquisitos que pueblan esta tierra. El jazmín es su olor, el de su risa, el de su mirada franca, el de sus manos siempre con la caricia y el abrazo a flor de piel.
Mamá me enseñó a amar, a disfrutar la vida, a pelear siempre por ser genuina, ingenua, soñadora, luchadora. Mamá me llenó de orgullo por mí misma pero me hizo humilde para con los demás. Me dió las oportunidades que la vida quizo negarme y las puso todas a reposar entre mis manos.
Mamá fue mi amiga y confidente siempre, sin perder ni un ápice su condición de madre. Me enseñó que cada decisión es una responsabilidad, que todo poder tiene sus obligaciones. Me enseñó a tejer mi destino en una inmensa telaraña de armonía con el mundo y quienes me rodean.
Además de todo eso, siempre tuvo la soberbia elegancia de una orquídea. Exótica en su forma de conquistar a cuántos la rodearon. Todos hemos caído siempre bajo su influjo. Mis amigas, todas, la han querido sinceramente, han recurrido a ella en busca de consejo. Porque en su sabiduría siempre buscó tocar el corazón de cuánta persona se ha cruzado en su camino. ¡Y sin dudas lo logró! Siempre presta a consolar, y a crear un pensamiento crítico. Usando para ello no sólo su cabeza, sino también el corazón, los sentimientos, el alma.
Hoy cumple años la mujer que más admiro. La mujer que quiero ser.
Como hija, solo anhelo poder ser la mitad de madre de lo que ella fué y es para mí. Es un gran desafío, porque las palabras no me alcanzan para explicar lo que siento. Lo que me ha dado y lo que día a día me dá.
Hoy cumple años la mujer a la que le debo todo lo que soy y todo lo que tengo.
Para ella es hoy mi homenaje: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ!