MUJERES AL PODER

Las mujeres en el poder. Este ha sido, quizás, una de las grandes aspiraciones de la corriente feminista desde sus inicios. Finalmente, con muchos (más de los que uno podría imaginar o esperar) votos a favor, hemos llegado al primer mandato presidencial de una mujer en nuestro país. Más allá de que nos guste o no esta mujer en cuestión, no deja de resultar histórico el hecho. Es el mayor reconocimiento de las aptitudes y capacidades de nuestro género. Nos abre las puertas a conquistar, prácticamente, cualquier espacio que deseemos.
Pero... ¿realmente es así?.
Con motivo de este suceso, la semana pasada en un canal local, se hablaba de "Las mujeres al poder". Cabe preguntarse que es considerado en este caso "el poder". Aparentemente "el poder" vendría a ser, la capacidad de decidir cosas importantes, decidir sobre el destino de otros seres humanos, es decir: el poder no es más que una enorme responsabilidad. Hay puestos laborales y profesionales, que implican y detentan poder.
Como era de esperarse, se abrió una línea para que los televidentes opinaran al respecto. Cuál no fue mi sorpresa al escuchar que un señor había dicho que "Así como Eva nació de una costilla de Adán, es antinatural que en el ámbito laboral una mujer ostente poder por sobre sus colegas masculinos".
¿¿¿¿¿What????? ¡¡¡¿¿¿ De qué estás hablando Willis???!!! quedé estupefacta. Por no mencionar que me salieron cientos de epítetos desagradables con los cuales denominar a este sujeto... y no me voy a privar de decirlos: Pedazo de neanthertal, mono del maldito cromañón, especímen vertebrado unicelular, esperpento diseccionado unineuronal, machista inbundo (suena más ofensivo que el correcto "inmundo"), zoquete, simplón, y muchos más que no vienen a cuento...
El asunto es que como era de suponer, una vez emitido este comentario, empezaron a multiplicarse como quien patea una piedra y de ahí empiezan a salir imbéciles. Todos más o menos del mismo tenor o del tipo: Las mujeres a la cocina y si quieren más espacio les alargamos el cable de la lustradora.
Aún no puedo digerirlo. Decidí esperar unos días y ver si se me pasaba la indignación: pero no. Ya pasé por la etapa de contestarle a cuánto hombre me cruzara... eso que me pediste? que vaya y te lo haga tu p... madre! Ya se me fueron las ganas de hacérselo pagar a cada uno de sus congéneres. Ahora solamente pienso como llegar al FBI para ver si me dan bola y salen a buscar a semejante subnormal.
La verdad, es que pareciera que todavía no hemos probado lo suficiente, la amplia gama de características que posee nuestra natural forma de ser que son beneficiosas a la hora de realizar o desempeñar ciertos trabajos. Aún no pueden aceptar que, por ejemplo, en cuanto a recursos humanos y tareas sociales, estamos muy por encima de sus posibilidades. No es porque simplemente seamos mejores. Sino que solemos ser más diplomáticas, sensibles, conciliadoras y pacientes. Hay puestos en los cuales la predominancia y superioridad, recae primordialmente sobre el género masculino. Pero claro, se supone que eso es incuestionable.

A través de los siglos, hemos peleado por sentirnos (porque solo es una necesidad de "sentir") en igualdad de condiciones respecto de nuestros compañeros. Necesidad y lucha, que en lo personal, considero un auténtico fracaso del feminismo, que tanto se esforzó por conseguir la igualdad laboral que olvidó que las mujeres ya tenían un trabajo (la casa, los niños, etc) y no fue capaz de equilibrar o igualar esta tarea simultaneamente. Entonces hoy por hoy, ser mujer se ha convertido en un suplicio, un imposible, un dolor de cabeza. Hoy por hoy, ser madre, esposa, ama de casa y profesional... es una misión imposible. Siempre por algún lado se nos abre una grieta y amenaza con inundar ese maravilloso castillo de arena que hemos ido construyendo con el correr de los años.

Y encima de que nos rompemos el culo para llegar a hacerlo todo, viene un desgraciado anónimo, ilocalizable, a decirnos que es anti natura que una mujer de órdenes a un hombre!!!

Habrace visto semejante atrevimiento!!!

Anhelo el día, que tanto hombres como mujeres, midamos nuestros éxitos de acuerdo a nuestras capacidades. Y no al color de la piel, el talle del pantalón, el largo de la pollera, la familia de la que provenimos, la cantidad de "agachadas" que tenemos o el género que nos ha tocado en suerte.