SAL Y PIMIENTA

Mi

vida es mortalmente aburrida. Nunca pasa nada novedoso. Ya intenté de mil maneras ponerle algo de "sal y pimienta" a mis días. Infructuosamente me anoté en millones de cursos. Hace cosa de seis meses se me ocurrió que la mejor forma de divertirme y de que me pasaran cosas era haciendo algo que de verdad me gustara. Y pensé: Me gusta bailar! Empecé a averiguar y entre mis amigas encontré un trillón de recomendaciones, una vez depurada la lista, decidí quedarme con un salón donde dos veces a la semana enseñaban salsa. Bastaron 5 clases para darme cuenta de que eso no era lo mío. En la primera, no cazaba una. Le pise el pie a mi partenaire una 800 veces, en una vuelta lo hice perder el equilibrio y en la cuarta (previendo el desenlace y dicen que hombre prevenido vale un dineral...) el tipo me soltó y me caí con todo el culo apuntando al sol y la pollera enrroscada al cuello cual bufanda. En la segunda clase, mi partenaire se plantó en que él no volvía a bailar conmigo porque se atrasaba, así acabaron endosándome a un gordito con cara de buenazo que transpiraba un galón de agua por segundo, y lamentablemente (para mí!!!) olía a cebolla agria. En la tercera clase, ya ni el gordito quería bailar conmigo y en un momento de mareo empujé a otra de las chicas y armé una suerte de "efecto dominó" en el salón. La única que quedó en pié fui yo misma, pero solo para recibir de pié la mirada de odio de todas y cada una de mis compañeras. En la cuarta clase, cuando me vieron entrar se limitaron a verme pasar desde la distancia y congelarme con miradas gélidas y acusadoras. Decidí que esa era mi última clase.Después de eso, me anoté en una de esas páginas webs para conocer gente. A la tercera cita, supe que no era buena idea. Quizás fuera mi karma o no sé qué, pero todos aquellos temores que surgen de sitios como ese se hicieron realidad y me vi envuelta en una suerte de película bizarra de muy bajo presupuesto.Experiencias similares surgieron de las clases de tenis, de inglés... incluso en el curso de bonsai la profesora me pidió que me retirara porque lo mío era sadismo puro con los pobres arbolitos! JA! Como si no se dedicara ella a enseñar a amputarles las ramitas para que no crezcan y se reproduzcan!Finalmente decidí aceptar mi vida tal y como es. La de una solterona de casi 40 años, para nada fea... aunque tal vez sí, carente de gracia. Sí, antes que se lo pregunten, ya había intentando mil cambios de imagen y vestuario... y en mi caso, la historia de Betty la Fea no iba a darse. Este patito no sería jamás un cisne. Regresé sumisa a mis días en el archivo de tribunales, a los subtes abarrotados de personas que apenas me registraban, al silencio cómplice de mi departamentito y los mimos sutiles y mezquinos de mi gato siamés "Kiara".Solo para variar un poco, me compré el nuevo perfume de Givenchi

y salí a naufragar por la marea alta del centro en plena época navideña.

Los negocios atestados de gente, de niños cansados que venían arrastrados de horas y horas de compras, de vendedores agotados, exhaustos. Las calles rebosantes de peatones enloquecidos, furiosos y presurosos.Nunca entendí como apenas unos minutos de felicidad y placer podían justificar semejante desgaste, tanta locura. En momentos así, conviene no acercarse a nadie porque todos son suceptibles de convertirse en verdaderos monstruos psicopateadores. Las fobias están a la orden del día. Los suicidos aumentan notablemente. Y, la histeria en general, alcanza su cúspide.

A mí no me preocupa. Pediría algo para cenar en algún restaurante chino, compraría un buen vino y me alquilaría una buena película. Probablemente recibiría el año en bata y pantuflas. Al fresco de mi milagroso aire acondicionado.

Mientras, otros estarían friéndose en un patio y soportando a los parientes que se dedican todo el año a ignorar.

Sí, mi vida es aburrida, predecible... pero también apacible y perfecta. Salvo en esos instantes en que tengo ganas de salir, de ir al cine, de comer fuera... y no sé con quien ir. O cuando veo un programa fantástico y me desternillo de risa sola. O cuando veo una película triste y me pongo a llorar y no tengo siquiera quien me acerque un pañuelito de papel. Por no mencionar, cuando se reunen mis amigas y cuentan de sus familias, de sus novios... y las solteras de sus fiestas, del sujeto con el que se fueron del boliche el fin de semana pasado o del amigo, de un amigo que anda preguntando a todo el que se preste a oír, que anda buscando su número de celular.

Y no es que mi vida pase por un hombre, no, para nada. Pero que grato sería tener aunque sea algo emocionante para contar!

Si aunque más no fuera me atreviera a irme de viaje a las ruinas Mayas o a escalar el Aconcagua o a hacer rafting a la Cordillera de los Andes! Pero la verdad es que todas esas cosas me producen pánico, vértigo y ataques de ansiedad.

Caminando había llegado a uno de mis lugares predilectos. Un café literario que era la razón de mis desvelos nocturnos. Me resulta imposible no detenerme a tomar un jugo de naranja recién exprimido o una copa de vino blanco y hojear un buen libro, que indefectiblemente acabo comprando.

Me senté en una mesita apartada con un ejemplar de "La cazadora de astros" (Zoe Valdes) y me entregué a la lectura de sus primeras páginas.

Ese olor a papel nuevo, a tinta fresca, la textura de la tapa... solo eso me transportaba a otro universo del que me costaba horrores despegarme. Vidas ajenas que significaban algo, personas que verdaderamente formaban parte de la historia, historias que valía la pena contar.

Una hora después ya me costaba leer, las luces del café se había opacado por la caída de la nochecita y mi copa vacía yacía lánguida a un costado. Definitivamente iba a llevarme aquél libro. Miré a mi alrededor y unos ojos azules me miraban a lo lejos. Tenía un libro entre sus manos, mas no parecía ponerle atención. Bajé la mirada para no parecer ordinaria y me puse de pie en dirección a las cajas. Le dejé a la vendedora el libro para que me lo envolviera, mencionándole al pasar que ya lo retiraba porque primero iría al baño.

Aquél hombre era... apuesto, atractivo... ¡Estaba bueno! Me apoyé contra la puerta intentando recordar como me miraba, que rasgos había retenido de su cara. Tenía un rostro fuerte, de mentón ligeramente prominente, quijada un tanto cuadrada, naríz griega, labios dibujados con sutiles pinceladas y aquellos ojos sorprendentemente azules. Pelo entrecano y rizado. Quizás midiera 1,80 o 1,85 m. No podía imaginarlo bien porque lo vi apenas unos segundos y sentado!

¿Acaso había en su mirada deseo? Imposible.

La puerta se abrió con fuerza empujándome casi contra la pared del frente (recuerden que yo estaba apoyada contra ella) y esa especie de guerrero griego o de aventurero del amazonas en vacaciones se apareció cubriendo casi la totalidad de la puerta.

Definitivamente estaba mucho mejor de lo que yo había apreciado! Iba a decirle que se había equivocado y que aquél era el baño de damas, cuando en su mirada vi ese deseo que no estaba segura de haber notado antes...

No dijo nada, se limito a agarrarme de un brazo y bloquear la puerta del baño con todo su cuerpo. No lo pensé mucho, apenas pude pensar en realidad porque ya su boca estaba saciando su sed en la mía, sus manos estaban por todo mi cuerpo y yo instintivamente le respondía con una pasión que no sabía que existiera en mí.

De un salto envolví su cadera con mis piernas y el me puso sus manos en el culo para mantenerme así. Creo que se limitó a romperme la ropa interior porque lo sentí entrar en mí bajo la pollera, sin ningún problema. Colmé su oreja de gemidos y temblores. De besos y palabras soeces. Me estremecí con el palpitar de su corazón galopando brioso contra el mío. Sucumbí de placer y estallé aferrándome a sus fuertes brazos. Arqueé mi espalda hacia atrás como una perra en celo para dejarme desmayar en su hombro.

Minutos después (o segundos, no lo sé), el me depositó en el suelo, con las piernas aún temblorosas y espasmódicas. Lo miré fijamente, con las mejillas rojas de lujuria y excitación. Grabé su figura en mi mente. Él no dijo nada, se limitó a mirarme hambriento con los conductos nasales aleteando excitados. Ahora que lo pienso, no le di tiempo a nada.

Huí de él, pasando de largo las cajas y dejando atrás mi libro. Solo pensaba que había tenido sexo en el baño de un café, de una especie de biblioteca, con un extraño! Un tipo que ni siquiera sabía como se llamaba! Y había sido increíble! La adrenalina corría desesperada por todo mi cuerpo, el corazón no dejaba de golpear profundamente en mi pecho. Todavía sentía sus manos en mis pechos, en mi trasero, y su agitada respiración besándome el cuello.

Esa era una experiencia para contar! La excitación, el morbo, la fantasía... de un hombre desconocidamente sexy!

No sabía nada de él, pero ahora sabía mucho más de mí. Tal vez, pudiera encontrar al increíble hombre de los ojos azules nuevamente en el café, o no. Pero no hacía falta, alguien podía aparecer en el subte!

Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia, tanto la historia como sus personajes pertenecen a la ficción. Texto original ideado, escrito y publicado por la autora bajo el seudónimo de "Acid Cherry" en el día de la fecha, Miércoles 26 de Diciembre de 2007.