domingo, 25 de mayo de 2008

ALGUN DIA

Arturo la vio acercarse y un escalofrío le recorrió el espinazo. Leticia se aproximaba ondulante, sexy: arpía. No sólo la odiaba, ella no sólo representaba todo aquello que despreciaba en una mujer, sino que podía traerle serios problemas.
Anabella podía estar cerca y, entonces, ardería troya.

- Querido, ¿me podés ayudar con ésto? Es que no te entiendo la letra...

- Si me hacés el favor, es: "Doctor". Y si no te resulta problemático: "Doctor Baldía".

- ¿Me ayudás o el paciente va a tener que esperar hasta el próximo turno?

Sin dudas odiaba a las enfermeras busconas.

- Novaina y Diclofenac, señorita Rigall. Es un ataque de migraña crónica.

Arturo dio media vuelta y se dirigió presuroso al asensor.

Afortunadamente, el día pasó rápido y a eso de las 20 hs. estaba en la puerta del sanatorio, esperando con un cigarrillo en la boca, para irse a casa.

Anabella llegó cerrándose el cuellito del sobretodo en un gesto típico de ella. Hermosa, bella, incandescente.

Tenía las mejillas rojas de frío. Se acercó con un trotecito de pasitos cortos. Parecían saltitos. Arturo apagó el cigarrillo con el zapato, a lo lejos, se oía una sirena. Más trabajo. Pero para otros.

Se sonrío en una mueca sádica.


- ¿Estamos listos princesa?

- Sí mi amor. ¡Vamos a casita!


En el trayecto hablaron un poco de su día, de trabajo. Ella con sus niños... él en la guardia. Anabella adoraba a los niños. Arturo necesitaba de la adrenalina. Bien podía tocarle una quebradura, como un accidente de tránsito.

Su hogar es un pequeño departamento decorado al estilo de Anabella. Sutil, fino, de líneas firmes y claras. Bastante despojado. Pero destilaba buen gusto, es innegable. Metódicamente ordenado.

Ahí, en ese lugar alejado del mundo, eran increíblemente felices. Él era feliz con tan poco...

Y ella era inmejorable: dulce, compañera, y magnífica cocinera. Mientras Arturo comenzaba a meterse en la ducha ya podía sentir el aroma que salía de la cocina. El delicado olor de las hierbas. Seguramente habría un buen torrontés en la mesa, esperándoles.

Cenaron tranquilamente, intentando despegarse del olor a desinfectante del sanatorio, de mirar en la tele algo que no fuera color blanco inmaculado y ahuyentando los gritos, los llantos, las enfermedades, el dolor...


- Mañana creo que tengo un blanco entre turnos a media mañana...

- Ya sabés princesa, yo nunca sé cuando tengo un blanco.

- Sí, ya sé. Pero si tenés ganas paso a ver como andás y nos tomamos uno de esos cafés horribles de arriba...


Se rieron recordando ese brebaje espantoso que intentaban hacer pasar por café.

- Mejor lo compramos enfrente, para llevar.

Mientras se desvestían charlaron sobre la cena de la semana próxima en casa de los padres de Anabella, de la salud de la hermana de Arturo que acababa de dar a luz, y se abrazaron nada más apagar la luz.

Con la mañana, volvió el trabajo, el sanatorio, las corridas, la sangre, el olor a desinfectante, las enfermeras, los camilleros, la locura.

Apenas desayunaron y medio dormidos dieron comienzo a su jornada laboral. Se despidieron en la entrada con un beso ligero, a vuelo de mariposa. Y él se dirigió al mostrador del ingreso mientras que ella, voló discretamente al ala de pediatría.

Un ataque de hígado, dos contusiones, una sutura y una infección urinaria después, estaba listo para el tan ansiado café.

Arturo se movió un poco de la línea de atención para pasar desapercibido, hundió la naríz en la historia clínica de su último paciente preténdiendose ocupado a fin de que nadie lo molestara mientras imaginaba ese vaso interminable de capuccino y el rostro abierto y sonriente de Ana. Podía romper con su risa la oscuridad más tenebrosa de las tinieblas. Haría del mismísimo infierno un paraíso si sólo se sonriera en él.


- Doctor Baldía...

(Oh no, por Dios, no. Ahora no)

- Dígame señorita Rigall.

- Quería consultarle sobre el de la habitación 304, usted lo recibió en la guardia...

- ¿Tiene que ser ahora? Estaba por tomarme un café...

- Si quiere lo charlamos en la cafetería...

- En realidad...


Tarde. Era tarde. La vió aparecer de atrás de una columna. Venía sonriente, feliz, contenta, a su encuentro. Su mirada brillaba mientras venía caminando, pensando en él, en el café.

Pero ahora su mirada se volvió gélida, impenetrable y aminoró el paso. Sin quererlo, elevó sus murallas, se enderezó instantaneamente. Su cabeza se irguió altanera, su pecho miró al cielo sin piedad. Comenzó a bambolear sus caderas lánguidamente.


- Vea... es que no sé por qué a un paciente con cirrosis le estamos pasando Halopidol...

- Porque tiene asociada una psicosis galopante, señorita Rigall. Si tiene algún cuestionamiento es probable que le recomienden que lea la historia clínica primero.


Anabella, se detuvo detrás de ella con la mirada perdida en un punto indefinible. Siempre era igual. Arturo tembló antes de que ella abriera la boca. Nunca pudo rescatarla de ese lugar en el que se sumergía.

Su calma le producía aún más temor.


- Señorita Rigall, ¿nos disculpa?. El doctor y yo tenemos un café pendiente.

- Ah, Doctora Berlusconi, estaba consultándole...

- Señorita Rigall, como comprenderá mi tiempo es valioso, si su consulta no reviste urgencia le sugiero que "desaparezca".


Arturo no pudo evitar una sonrisa, casi una risita, que Anabella disolvió de una mirada.

Leticia se dispuso a oponer resistencia con esa vocecita de gatita sexópata. No tenía ni la más mínima oportunidad, Arturo lo sabía.

Anabella la miró despreciativamente y se enderezó aún más. Puso todo su cuerpo en formación de batalla, sin decir ni media palabra.

Leticia parece idiota, pero no lo es. Al momento supo que nada le quedaba por hacer. La Doctora Berlusconi no era una contrincante sencilla. Podía salir arañada de esa justa. Miró a los facultativos y se escapó mascullando.

Arturo se acercó semi asustado a darle un beso, pero ella rehuyó sus labios y murmuró quedamente:
"ni se te ocurra".

Caminó sin mirarlo siquiera hasta la salida. Él procuró no mirar a nadie siguiéndole el paso. Sabía que no era inteligente ponerse a su lado, más tampoco ir detrás. Así que se mantuvo a prudente distancia.

Una vez en la cafetería ella pidió maquinalmente lo que siempre pedían y él rescató una mesa que acaba de desocuparse. A esa hora de la mañana el local estaba muy concurrido. Peor para él.

Ella se acomodó en el silloncito de enfrente, petrificada. Dura, inamovible. La mirada vacía, los labios apretados y los movimientos mecanizados. Posó su vista en algún lugar afuera de la ventana. Cualquiera diría que miraba al sanatorio, pero Arturo sabía que no estaba mirando a ningún sitio.

Quiso comenzar una conversación intrascendente, a pesar de la inutilidad del gesto.


- ¿Vos pensás que yo soy tarada, no? - lo dijo entredientes, lentamente. Mala señal.

- Mi amor...

- ¿Vos creés que soy la típica imbécil que no sabe lo que dicen a sus espaldas?

- Anabella, no dice nadie nada... porque no hay nada que decir.

- Mirá Arturo, puedo ser paciente, pero por favor no me seas condescendiente...

- Anabella, no estoy siendo condescendiente, no estás viendo la realidad...

- ¿Sugerís que estoy loca?

- No. Sugiero que estás celosa.

- Arturo, te ví hablando con Leticia, los dos esondidos y ella susurrándote.

- Querida, no me susurraba, me estaba consultando...

- ¿Así le dicen ahora? ¿Consulta?

- Ana... las ironías por favor.

- Por favor un cuerno, vos me tratás de estúpida ¿y yo soy irónica?

- ¡Nadie te trata de estúpida! Intento explicarte...

- ¡No necesito que me expliques nada! Ya lo ví todo.

- ¿Qué viste? Me viste hablando con una enfermera, en un sanatorio, dónde soy doctor. Como vos. ¡Está lleno de enfermeras!

- ¿Qué? ¿Hay más de las que debiera preocuparme?

- No hay ninguna de la que debieras preocuparte...

- ¡Claro! Así se te hace más fácil, ¿no?

- ¿No te parece que estás exagerando un poco, Ana?

- Ah! Típico. Ahora me vas a querer dejar como una loca.

- Mirá, vos sabés que yo te adoro pero...

- Sí, sí, ahora haceme el versito, total: yo nací ayer, ¿no?

- Ana, no es ningún versito. Hace 2 años que vivimos juntos, tenemos proyectos, yo pensé que todo esto se iba a terminar...

- ¿Todo esto? A ver, definíme el "todo esto"...

- Esto, los celos, los problemas, las escenitas...

- ¿¿¿Escenitas???


(Sí, ahora la cagué. Un lento camino al desastre...)

- No quise decir eso...

- ¡Pero lo dijiste! - elevando ligeramente la voz.


Su mirada ya no era distante y fría. Anabella echaba dardos venenosos a través de sus pupilas. Sus ojos eran más verdes que de costumbre. Un especie de lava volcánica se agitaba bajo su piel, las mejillas se habían enrojecido a pesar de que no tenía frío. Su boca estaba predispuesta a mucho más.

Si no hubiera estado tan furiosa, se podría haber dicho que estaba deslumbrante. Era una mujer que podía destrozar un corazón sólo negándole la cadencia de su mirada. Pero ahora, podía congelarlo y hacerlo añicos de un puñetazo.


- Mirá Arturo, yo no sé que te pensaste, no sé porqué disfrutás humillándome de esta manera...

- Pero Anabella, mi amor, ¡si no te humillo! Leticia me estaba preguntando por la medicación de un paciente...

- ¿Qué tiene que preguntarte una enfermera de la medicación? ¡es una enfermera!

- Bueno, es lo que le dije, ¡pero era eso nomás!

- O vos te pensás que yo como vidrio o el imbécil sos vos!

- Eso puede ser...

- ¿Que me querés decir?

- Nada, nada mi cielo, que yo no pienso que vos comas vidrio...

- ¡Sos un pelotudo si no te dás cuenta de que quiere levantarte! ¡Esa putita!


(Ah sí, llegamos al momento de las palabras soeces. A veces podía parecer un camionero...)

- Puede que sea un pelotudo, pero...

- Sí, sí, ahora tirátela de mosquita muerta, de pobre inocentón que no se da cuenta de nada...


Algunas personas de las mesas vecinas, miraban discretamente.

- Mirá Ana, no soy un inocentón, pero no ando por ahí tirándome a cualquier mina, ya tengo a mi mujer...

- Ahhhhh... ¡ahora la vas de amante devoto! ¡Por favor!

- Haceme el favor vos, ¡y no me trates como un peléle!

- Yo no te trato de nada, además ¡vos andás haciéndote el bonito con cualquier pollera que se te cruza, así que de peléle nada! ¡La que queda como flor de cornuda, soy yo!

- Vos no sos cornuda ni nada que se le parezca, Anabella.

- Mirá Arturo, estoy cansada ya de...

- Sí, yo también me cansé Anabella. No tenés ninguna razón para estos reproches. Y yo no puedo vivir pasando vergüenza cada vez que una mujer se acerca a hablarme.

- Claaaaaro, porque como vivís hablando con mujeres...

- No vamos a empezar de nuevo.

- ¡Vos empezaste! ¡Hablando con esa tilinguita!

- Anabella, para vos todas son unas tilingas y medio putitas.

- Ah ¡sí! ¡Ya lo sabía! ¡Ahora soy una paranoica!

- ¿Sabés qué? Ya me tengo que volver a trabajar, y el poco tiempo que tenía para despabilarme, lo pasé como la mierda. Aunque seguro que a vos eso no te importa, ¿no?

- Ah... ¡Discúlpeme el señor, si cree que yo lo paso bien!


Por un instante lo pensó. Mandar todo a la mierda, patear el tablero, terminar con esa locura. Por un momento todo estaba claro. Apretó los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos y la miró. La miró y perdió. Todo se tornó borroso y un dolor punzante le atenazó el pecho.

¡La puta madre!. Era incapaz de dejarla. En realidad Arturo dudaba que alguien se atreviera a llamar cornuda a su mujer. Pero sin dudas pensarían que él era un maricón pollerudo.

Medio sanatorio desayunaba en esa cafetería. No quería mirar el local. No quería las discretas miradas de consuelo y solidaridad. No quería los susurros que se regaban siempre por los impolutos pasillos.

Lo peor, no era lo que pensaban y lo que chusmeaban. Puteríos baratos.

Lo peor, lo más triste, era lo que sentía él: la amaba, pero soportaba la injusticia, la desconfianza, el irrespeto.

¿Qué clase de persona pensaba ella que era él?. Acalló como de costumbre sus dolores y se puso de pié.


- Sé que vos tampoco debés pasarla bien. Lo siento por vos. Pero yo no me merezco esto...

Por un fugaz y terrible momento, la cara de ella se contrajo en una mueca de escandaloso suplicio. Se sintió cruel, casi hereje, por producir aquel martirio, por desencajar tortuosamente ese rostro esculpido hermosamente.

- Nos vemos a la salida.

Ella pareció suspirar y los músculos de su cara se relajaron brevemente. Incluso iba a contestar, pero él no le dió tiempo. Pegó media vuelta y salió al gélido invierno a paso apretado. El sanatorio, la rutina, eran el verdadero descanso. Sólo tenía que llegar a el.

Otra vez será... algún día.

23 comentarios:

RAYITO DE TERNURA- CINE COMPARTIDO dijo...

ESTRENO UN BLOG DE CINE Y VIENDO QUE ES UNO DE TUS INTERESES TE INVITO A CONOCERME , ENTRA LA TAQUILLA ESTA LLENA Y HAY UNA BUTACA ESPECIAL PARA TI .
ABRE LOS OJOS Y DISFRUTA DE LA PELI.
UN PLACER TENERTE EN MI SALA DE CINECOMPARTIDO .

UN ABRAZO YERMANDELUXE

PODRIAS SACAR LA VERIFICACION DE LA PALABRA ASI SE NOS HACE MAS FACIL Y AGIL FIRMARTE QUE TE PARECE ?
( ES SOLO UNA SUGERENCIA )

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

RAYITO DE TERNURA: En principio, no tengo puesta la confirmación de palabra. JEJE. No sé por qué pudo salirte. Es más, mis dudas me quedan sobre la invitación a tu blog, ya que me temo pueda llegar a ser mera publicidad.
Aún así, me he pasado por el blog de cine y por el literario. Honestamente, prefiero el literario. Me ha gusta más.

A ver si algún día regresas por aquí y nos regalas tu opinión sobre el post actual...

Besos y gracias por la invitación!!!

Andrea Landella dijo...

Hermosa historia Cherry. Tan real!!!
Me llegó. jajajaja Causalidades ¿vio? ¿Es que está usted tan conectada que tiene como tirar los hilos de algunos espíritus de esa manera? Felicitaciones!

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ahhhh! mi querida ANDREA!!! Una se conecta con cada cosa... jajaja
Sí, es una historia bastante real esta de los celos. Una historia que una ve repetida en sus vidas, en las vidas de otros. Una historia que sólo comienza a verse graciosa o literaria cuando personalmente una la trasciende, la sobrepasa, se quema con ella y aprende no solo a curar la herida, sino también, a no inflingírsela nuevamente.
Una historia que sigue escuchando y viendo cada dos por tres.
De alguna manera, es una conexión con un yo pasado, con una emoción violenta y dolorosa, con un suplicio solitario.
Hay espíritus, Andrea, que sólo se exorcizan por propia voluntad. Pero hay que tener cuidado, respeto, de ellos. Porque son espíritus poseedores que rondan en el aire, y al menor descuido, nos invaden, nos toman de rehenes, nos arruinan la vida...
No dejo de preguntarme con cuál de los dos personajes se ha sentido identificada. O si le pasa como a mí, que el uno pertenece al pasado y el otro se asienta tranquila y firmemente en el presente.

Besos!!!

Andrea Landella dijo...

Se lo resumo en el título de una poesía de Analía Bernardo:
"soy una, soy todas, soy la Pachamama".
Con todos, he sido ambos en alguna medida a lo largo de esta historia y de todas mis historias, a veces más a veces menos, pero todos han formado parte de mí. Y no sé, hoy es un día sensible, porque en este momento ninguno de los dos es mi realidad.

Zeta dijo...

¡Ah, Cherry, nos quedamos todos esperando que se agarren de las mechas, y se revuelquen en el piso de la cafetería! Que Leticia le plante un arañazo quíntuple y la otra le pellizque una teta. O algo así. Pero bueno, habrá que imaginarlo.

Me gusta el cuento, Cherry. Tiene lindas escenas, como cuando se encuentran a la salida del hospital. Y sugiere una historia mucho mayor a partir de unos pocos párrafos.

Pero me quedé pensando en que todas sus protagonistas femeninas (o casi) tienen siempre dos características bien claras: una mirada y una sonrisa asesinas. Y además lo saben y las usan como armas infernales.

Me resulta raro que el pobre Arturo piense que su mujer, con su risa pueda iluminar el infierno, y que no se de cuenta que esa risa, es precisamente la luz que arde en los ricones del averno.

Si me pregunta, no creo que esa muchacha vaya a curarse. No al lado de Arturo. No queriéndolo, al menos.
Dos años es tiempo suficiente, Cherry.

Todos hemos sido celados y celadores alguna vez. ¿Sabes lo que me resulta raro del cuento? Que Arturo sea feliz con tan poco.
Tan poco no es difícil de encontrar. Y no parece que el tipo esté siendo feliz.

Me pregunto cual de los dos personajes se asienta tranquilamente en su presente, Cherry, el posesivo, o el que resigna en silencio su felicidad a cambio de... algo que no se sabe del todo qué es, ni por qué es tan especial.

Igual, le digo, yo lo entiendo a Arturo. Lamentablemente para él, creo que ella lo tiene más fácil para curarse que él. Es más sencillo llegar a comprender que los Celos son fútiles, que darse cuenta que Anabella no es la mejor mujer.

Zeta dijo...

Ah, y Facultativo no es una buena palabra para un cuento, Cherry.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ANDREA: Bueno, mi querida encantada, no se aflija. A veces, es muy bueno poder correrse de estos lugares, de todos ellos: limpiarse y decidir; quién quiero ser la próxima vez, quién no quiero ser nunca más. A quién quiero encontrar, cómo, dónde...
Limpiarse, vaciarse, ser otra vez, esa que supe ser, con todo por delante, con todos mis personajes y vestuario por estrenar.

ZETA:
- No valía que se agarraran en ningún lado. Leticia no es más que una buscona, una regalada de 2 al peso. Imagínelo, si le parece interesante, y después nos cuenta que salió de ello.

- La historia es mayor, es una historia de amor que se ve atravesada por una dificultad, por una dificultad interna: de las más difíciles. Romper las propias estructuras, abandonar los hábitos perniciosos, es todo un desafío mayúsculo.

- Mis protagonistas femeninas reflejan el alma zeta, podrían tener un culo impresionante o unas tetas que hagan del tartamudeo un sacerdocio. Pero su alma no se percibiría.
La mirada, las palabras, algunos gestos, la sonrisa... son la única manera de tocar un corazón. A veces las lágrimas, también lo consiguen. Pero no hay que hacer de ellas abuso.

- Yo diría que Arturo imagina un infierno terrible, lleno de penas y torturas, un lugar oscuro, húmedo e inquietante. Un interminable chillido de martirio. Un sitio espeso y pustuloso, dónde la luz de los fuegos no calienta, no ilumina, no desvanece la telaraña tufosa, el hedor y la bruma zulfurosa.
Se me ocurre, que él la imagina (a Anabella - o su sonrisa) entrando como un rayo claro y cálido en medio del Hades, que se abre paso danzando y deslizándose por las paredes del inframundo, haciendo crecer la vida dónde jamás la hubo.
Le diría que el lobo de Hel, es un tierno cachorrito para el rechinar de dientes eterno, que Arturo, imagina del infernus.

- No puedo especular, sobre las desiciones que pueda tomar Anabella, pero yo tampoco creo que vaya a resolver el tema de sus celos con Arturo. Quizás, la verdadera oportunidad de resolver, esté en las manos de él.

- Arturo es feliz con tan poco. Sí, es feliz en esa cotidianeidad compañera y sencilla que tienen en su hogar. Lejos de todo... y de todos. Ese "todos", puede implicar el mayor problema de los dos como pareja.
Uno no puede alejarse o aislarse de todos.
Él, como casi la mayoría de los seres humanos, zeta, transita momentos de felicidad y momentos de desdicha o incomodidad. Y deberá, en algún momento, poner en la balanza, cual de las dos le reporta más cantidad de experiencias. Pero, por el cuento, parece ser que ese momento aún no ha llegado, aunque puede leérselo próximo.

- Vale la pregunta zeta, yo doy el puntapié incial hablando de mí. Y luego, la pelota quedará en su tejado:
Hoy me asiento en un presente que no es el de ninguno de los tres personajes. No padezco los celos de nadie, así que no puedo llamarme Arturo. No celo innecesariamente a nadie, de modo que tampoco soy Anabella... y nunca he busconeado a hombres comprometidos, por lo cual, dificilmente sea Leticia.
Hoy he conseguido un estado armónico. No soy una mujer celosa, hasta que veo actitudes desubicadas y molestas que se repiten. Y llegado ese momento, lo planteo calmadamente.
Pero he de reconocerle que si mi pareja no reacciona con celeridad, pretende hacer oídos sordos a mi parecer y no lo justifica fehacientemente, sí puedo ponerme de pésimo humor. Porque entonces hablamos de faltarle el respeto al otro. Y eso ya no se lo permito a nadie.
Hoy me siento una mujer lógica, comprensiva y muy racional (cosa que me han criticado más de una vez). No hago escenas ni doy gritos. A menos, que quién tenga enfrente, no sepa darme el lugar que merezco.
Por lo demás, no me preocupo. No se puede encerrar a las personas, sitiarlas, hacerles pasar un mal momento... pero sobretodo, no se puede desconfiar de la persona que has elegido como compañero de vida.
¿Mi pasado? Bastante lejano, el de Anabella. Sí, alguna vez hice escenitas sin ningún tipo de razón... no me enorgullezco de eso. E intento superarlo día a día.
Es parte de la capacidad de crear y renovar la felicidad.

- Aunque usted no lo crea zeta, Arturo lo tiene más fácil para curarse. Sólo ha de decidir qué quiere para su vida, que quiere de la persona que ame. Confianza y respeto, son dos pilares que pesan enormemente en una relación de pareja. Para nada discutibles.
Ella sufre, sí. Y una pareja ha de ir de la mano siempre, uno al lado del otro con los problemas. Pero ella se abre y lo enfrenta, quiebra la unidad. Los destroza desde adentro.
Anabella tardará mucho aún en darse cuenta y mucho más en modificar su personalidad. Él un día: simplemente se cansará, bajará las defensas de su amor, y la verá tal y como es.

- Facultativos es una hermosa palabra para un cuento, principalmente porque resalta, brilla peligrosamente plateada como un escalpelo, porque rompe con la rutina y nos despierta.
Es como una nota desafinada, que puede ser bella.
Como un llanto que puede ser de felicidad.
Como un jazmín que florece - como este año - en pleno mayo.

Zeta dijo...

Qué salado, Cherry. Ese infierno que describe es... descorazonador. Atroz. Está inspirada, veo.

Es cierto que sus protagonistas femeninas reflejan el alma, cherry. Igual pueden tener un culo impresionante. Hasta las mujeres más infartantes tienen alma.
Pero quise decir otra cosa. Fíjese que Leticia también tiene un alma que usted dibuja muy bien en la historia, pero no tiene una sonrisa capaz de entibiar el Hades. Me refería a que sus heroínas tienen esa facultad de sonreír y lograr que el mundo se detenga por un rato.

A mí me ha pasado hace bastante tiempo, ser objeto de celos excesivos. Pero sucedió algo curioso. En el momento en que me decidí a que aquello ya no daba para más, sin que llegara a comunicar esta decisión interna, la actitud de mi pareja cambió. Es curioso.

Y, en realidad, Cherry, era una pregunta retórica la que me hacía sobre Arturo. Como dije, yo lo entiendo. A veces me identifico con él en cuanto a la frugalidad de mi felicidad. Lo que me pregunto es si realmente es tan poco, o si, por el contrario, esa sencillez cotidiana es mucho, y es muy difícil encontrar la persona con quien construirla y compartirla. Quizá no es tan poco.

Me gustó mucho lo que dijo de que un día él mirará su rostro y la verá tal como es. Me hace reflexionar con eso, Cherry.
Eso ocurre. Algunas veces la percepción se despoja de imágenes anteriores, o un gesto deja de enmascarar otros rasgos, y vemos los rostros en su basta humanidad.
En esos momentos podemos medir el tamaño de nuestro amor, de nuestro cariño, nuestro respeto. Lo que sea.

Justo leía sobre eso hace unos días:

Sabía, por haber contemplado mucho tiempo en la biblioteca de El Escorial cierto retrato de Felipe II, que cuando se mira a la cara un rostro resplandeciente de Derecho, al cabo de un momento ese brillo se apaga y queda un residuo ceniciento; ese residuo era el que me interesaba.
Parrotin ofrecía una hermosa resistencia. Pero de golpe se apagó su mirada; el cuadro se empañó ¿qué quedaba? Ojos ciegos, la boca delgada como una serpiente, y mejillas. Mejillas pálidas y redondas, de niño; se desplegaban en la tela. Los empleados de la SAB nunca las habían sospechado; no se demoraban demasiado en el despacho de Parrotin. Al entrar encontraban esa terrible mirada como un muro. Detrás, estaban a cubierto las mejillas, blancas y blandas.

J.P. Sartre

(Parrotin me hace acordar a Pelerin)

Su defensa de facultativos es hermosa, cherry. Pero sigo pensando como antes.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ZETA: JE! Vea, no es demasiada inspiración como sí, una mezcla de lo que yo creo del infierno expresado poéticamente! Sí, es descorazonador.

Mi querido, mis protagonistas bien pueden tener ese culo impresionante, porque no lo describo, así que puede ponérselos si quiere.
En cuánto a Leticia... debe tener sonrisa, pero perdoneme el prejuicio: las busconas tienen sonrisa de busconas. Quizás algún día tenga ganas de retratar un personaje cruel y les pinte una sonrisa, y hable de su sonrisa sin códigos, de la mueca amoral de la comisura de sus labios y esas cosas.
Pero aún no se ha dado. Me ha hecho notar algo más preocupante que la ausencia de la sonrisa de Leticia, y es que tampoco se la dibujé a Arturo. Y él, sí merecía una sonrisa. Tengo que ponerle más esmero a mis personajes masculinos, ellos lo merecen!

Sí, es curioso que ella cambiara de actitud justo al momento en que usted tomaba una decisión. Puede deberse a que usted representaba mucho para esa persona, mucho como para romper sus estructuras y desarmar con su sola voluntad los miedos o fantasmas que la perseguían, puede que el sólo hecho de perderlo encarnara su más terrible pesadilla, su miedo más paralizante, su temor máximo. Y significa, sin lugar a dudas, que lo conocía mucho y que lo percibía aún más. Más que curioso, yo diría que es muy bello.

Zeta, la sencilléz cotidiana es muy difícil de conseguir. Mucho más que las grandes aspiraciones. Si soñara con un viaje al Caribe, basta con poseer el dinero y eso, hay mil formas de conseguirlo. Hay dos formas de ver la vida, sencilla y por todo lo alto. Por todo lo alto, implica dinero.
Sencilla, es desnuda, despojada de artificios. Es infinitamente más complejo encontrar alguien para vivir una vida sencilla que para vivir una vida glamorosa. En la sencilla, hay horas, días, meses, años de convivencia directa con el otro. Una pareja ha de ser muy fuerte, equilibrada, horizontal, unida, etc (muchos etc.) para poder llevar adelante una vida sencilla.
En cambio, si vivís de viaje en viaje, de fiesta en fiesta, de salida en salida... siempre rodeado de otras personas, de otros quehaceres, de... se puede ser una buena pareja o una pareja despareja y dificilmente se va a notar.
Por eso hay miles de parejas que en los momentos complicados se deshacen, por eso el nido vacío representa lo que representa. Porque nos pone delante de los ojos la desnudez de nuestra pareja. Y muchas veces, nos damos cuenta que tiene sobrepeso, celulitis, arrugas, que es fea, que... (valga aclarar que no me refiero a la mujer o al hombre, sino a contemplar crudamente los defectos de la pareja como tal, como relación.)

Hay instantes de lucidéz, zeta, todo el tiempo. Siempre tendrá pequeños segundos al mirar al otro a la cara en que verá la auténtica verdad. Pero muchas veces elegimos ignorarlos, borrarlos de un plumazo. Sólo cuando estamos listos, lo retenemos, lo analizamos, lo estudiamos, lo contemplamos, lo reflexionamos. Recién cuando estamos listos enfrentamos el mayor de nuestros temores y le plantamos el cuerpo. Y el mayor de nuestros temores, es ver en el otro sus más aborrecibles defectos, reconocer que no es perfecto, que hay cosas que no nos gustan, que no soportamos. Pero hay que estar listos, porque después de eso, solo quedan dos caminos. La aceptación o la renuncia. Es cuando el hechizo se rompe y decidimos conscientemente si esa persona nos llena, nos enamora, nos sirve. Sí, nos sirve. Y ahí, comienza otro camino que no es el del hechizo, no es el del enamoramiento, es el del amor.

Finalmente, me alegra que mi defensa de los facultativos le parezca hermosa. Y no se equivoque, no pretendía convencerlo de nada, sólo que comprenda.

Anónimo dijo...

"En cuánto a Leticia... debe tener sonrisa, pero perdoneme el prejuicio: las busconas tienen sonrisa de busconas. Quizás algún día tenga ganas de retratar un personaje cruel y les pinte una sonrisa, y hable de su sonrisa sin códigos, de la mueca amoral de la comisura de sus labios y esas cosas."

No sabía que la bruja de Blancanieves había abierto un blog.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Viste MARUJITA? Es increíble hasta dónde y quiénes llega la globalización!!!
Hasta las brujas malvadas tienen blog!!!

jajajajajaja

Nota: Que conste que avisé, las busconas sin código no me merecen demasiado respeto. Son las que hacen hasta lo imposible por entrometerse en otras relaciones, y cuando las cuernean se golpean el pecho e insultan. No, lo siento, no comparto esos criterios. Me gusta la coherencia y el respeto, y estos personajes nunca se lo ganan.
Sí, habrá quién lo comparta y quién no, están en su derecho. Yo ejerzo el mío y usted, Maruja, acaba de ejercer el suyo.
El pluralismo es maravilloso y la libertad de expresión también.
Un beso!

Anónimo dijo...

Y si Cherry, se trata de poner en la balanza y saber si las ganancias son mayores que las pérdidas. Todo en este mundo tiene los dos lados. También coincido contigo en que el exorsismo de los celos es uno de los más difíciles. No depende de nada externo sino de la postura en la que nosotras estemos paradas. No depende del otro, si no de cómo nos vemos a nosotras mismas. Si nos vemos frágiles y débiles pensaremos que cualquiera es una amenaza. Si nos vemos fuertes y seguras podremos manejarlos con mayor soltura. Yo siempre he sido una persona ajena a los celos. He de decir, fuí, hasta que lo experimenté, y lo sufrí porque me hizo daño y lo saqué con mucho trabajo de mi sistema. Fue un proceso muy complicado más cuando nunca lo había experimentado, sin embargo ahora puedo decir que estoy otra vez al margen. ¿Hasta cuándo? Espero para siempre, pero como Ud. dice, hay fantasmas que hay que tenerles respetos y a éste, yo le tengo mucho.

Un abrazo Cherry y, como siempre, sus palabras hacen que dancen imágenes en mi entorno. Gracias!!!!

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

RAYUUUUUUU: Hola bombonaza!!! Tanto tiempo!!!
Pues mira, te agradezco un montón eso de permitirme meterme un ratito en tu PC y ponerte a bailar imágenes que te distraigan un poco JIJI.
Y sí, el tema celos es jodido, porque uno empieza con una pavada y de pronto se escucha diciendo incoherencias o peleando por tonterías que ni una misma se cree. Y ahí... pufff ya estás en medio del rollo.
Pero bueno, darse cuenta e intentar modificar estos hábitos de conducta es buenísimo.
Más que nada, porque de ahí a una patología, hay un pasito nomás.
Y son pavadas, que en un última instancia, nada tienen que ver con el amor. Es decir, celar a alguien, no te asegura su permanencia a tu lado. Ni mengua la posibilidad de que un día deje de amarte.
Básicamente es un sentimiento que pone en situación de sufrimiento a ambas partes, y es absolutamente inútil.

Anónimo dijo...

:)
"Solo leo", se deleita con lo escrito...
Una "Joya".

Indiana "Z" Jones...

Le juro, que no me canso de re-leerlo.

Cherruna, ya vuelvo por el suyo :)

Anónimo dijo...

AH!, se había peinado Cherry?
Hmmmmmm, nop, no era para usted la foto, quédese despeinada, que parece le sienta bien.
Beso

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

INDIANA: Hace usted muy bien... sé a lo que se refiere y coincido. Una Joya el último escrito de Zeta.
Pásese y relealo como hacemos todas... jajaja.
Sigo despeinada, dicen que me queda bien, aunque usted no sabe... se me hace un quilombete en el pelo que mejor ni le cuento!!!

JIJI BISHITOS REINA!!!

Anónimo dijo...

Qué texto más lindo...

Me ha encantado :)

Saluditos

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

SAND: Hola corazón!!! Tanto tiempo sin verte!!!
Joder, tengo que pasar por tu blog, hace una eternidad que el tiempo se me escapa de los dedos y no puedo pasarme a visitar los blogs que me gustan!!!
Me alegra una enormidad que te haya gustado el mini relato!!! Un besote grannnnde... y me ha encantado ver tu huellita por aquí!!! Prometo devolverte la visita a la brevedad!!!
Abrazos desde éste lado del charco!!!

Azul Celeste dijo...

Hola Cherrycita, gracias por pasar por mi blog y mil gracias mas por tus palabras. De verdad que en este momento me hace bien sentirme apoyada de esa manera. Sé que todo pasa, pero mientras tanto duele mucho, no?
Disculpá que no tiene nada que ver con tu post, pero quería agradecerte lo que dijiste. Un beso enorme, fuercita para vos tambien.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

AZULINA: De nada mi niña, todos hemos pasado alguna vez por esos momentos... ¡como no entenderlos!
Desde acá te mando un millón de abrazos, que es lo que más se extraña, ese sentirse envuelta por un otro que te quiera. Y bueh, mirá, a falta de pan... te mando un abrazo mío JIJI, que no es lo mismo, pero imagino que vale :-P
Gracias por pasar, de todas maneras yo iba a volver a pasar en unos días x tu blog para chusmear como seguías!!!
Volvé a este lugarcito siempre que quieras, a hablar de lo que tengas ganas, sin importar si tiene o no que ver con el tema. Acá siempre hay abrazos y palabras de cariño para vos!!!
Gracias por las fuerzas, por ahí, entre todas, podemos sostenernos mejor!!! Contá con este hombro SIEMPRE.

Besitos!!!

Anónimo dijo...

Dios!!!
Que dice??

1) Nostalgias... No es tan grave.
()por momentos me dan ganas de bailar una sevillana o de cantar ()

2) Échelas! Yo tampoco las soporto, como si uno no pudiera hacerlo... POR FAVOR!
( ) No soporto a mis amigas que me mandan …¿Quién les dijo que ando buscando algo?! ( )

3) Yo estoy que me llevan los mil demonios con esto! Estoy mas mala que una yarará!
( ) La Sra. Presidenta, ¿no se dará cuenta que en su puja con el campo perdemos todos ( )

4)ESTO ES GRAVISIMOOOOOOOOOO!!. Déjese de jorobar... por favor!, estamos en invierno, déjese de jorobar!
( ) Es penoso, hoy resigné mis dos kilos de más. La verdad, no me importan ya.( )

Yo me acabo de levantar de una siestaaaaa, majestuosa, y vi mi teclado medio raro, para luego seguir viendo como un camino de rarezas, seguí la rareza y descubro que el asqueroso inmundo gato de mi hijo VOMITOOOOOOOOOOOOO, arriba de mi CPU, para terminar parte de su vómito en mi teclado.

Eso es una desgracia!
Y me quejo?
NO.
Solo mate al gato.

Besos

India

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

INDUS:

1 - Nadie dijo que el hecho de estar nostalgiosa fuera malo. Solo me sorprendió.

2 - No puedo echarlas a menos que quiera quedarme también, sin amigas. Pero lo que puedo y hago, es: no darles ni tronco de bola.
Como usted dice, si me interasara ya tendría el problema resuelto.

3 - Se vé que no, La Sra. Presidenta no se entera que tiene a 3/4 de pueblo con los mismos sueldos de siempre y remando la maldita inflación como mejor le sale (cagándose de hambra).

4 - No sé si es grave, pero... ¡¿Para qué?!


Siento mucho lo de su gato INDIANA, mejor dicho siento lo de la CPU.
Y pobre el minino también...
JUAS!