sábado, 13 de septiembre de 2008

CUENTO - CUARTA PARTE

No tuvieron mucho tiempo para ultimar los detalles de la sepultura, pero a mediodía todo había acabado.
Damián y Camila estaban en shock, entendían a medias todo aquello que estaba sucediendo, pero a mitad del entierro, rodeados de llanto y dolor, la certeza de algo terrible se confirmó. No supieron bien porqué, pero el sufrimiento se les estranguló en la garganta y se tradujo en llanto. Lloraron desconsoladamente mientras decenas de pares de ojos los miraban con conmiseración. Lloraron aún más fuerte cuando su abuelo los tomó por los hombros y se los apretó firmemente con las manos. Lloraron con la más inmensa de las penas cuando vieron derrumbarse a su madre sobre el césped del cementerio, hincada de rodillas contra el barro sosteniéndose la cara con las manos, sin poder ya contener el dolor.

Sara sabía que tenía que mantenerse estable por sus hijos. Pero cuando el cajón de su esposo comenzó a deslizarse hacia abajo, siendo tragado por el pozo de tierra, supo que no volvería a verlo nunca más.
Que aquél día en la morgue había sido el último. Y que ella no se había abrazado a su cuerpo, no había llorado, no lo había besado, no se había despedido. Sintió que su amor, estaba siendo devorado por ese oscuro pedazo de tierra y allí quedaría enterrado por el resto de su vida.
Y no pudo más, se sintió morir con el maldito dolor de la vida. Se sintió vacía y abandonada. Enojada, herida. Perdida. Y no supo hacer otra cosa que desmoronarse. Irremediablemente cayó al piso porque sus piernas ya no la sostenían.

A lo lejos, escuchó el llanto de sus hijos, su desesperación, pero no fue capaz de hacer nada por ellos.

15 años de su vida, bajaban al olvido y ella no podía rescatarlos.
Una mano fuerte la elevó del suelo a pesar de que era un peso muerto y la depositó de pié. Una voz desconocida le susurró “tenés que ser fuerte por ellos”. Un pecho seguro le permitió apoyar su espalda contra él y mantener la compostura.

Sólo cuando acabó la ceremonia, Sara pudo dirigirse hacia sus hijos. De pasada, miró detrás y vio al oficial Suárez. No sabía bien por qué, pero aquello no le pareció extraño. Ni siquiera especial.

Como pudo intentó consolar a sus hijos, pero ellos la miraban desconfiados, temerosos, intuitivos.
La había visto rota en pedazos en el suelo. La habían oído llorar con desgarradas lágrimas. Habían presentido el sonido interno de su corazón haciéndose añicos.
Y ahora, ella no sabía cómo decirles que todo iba a estar bien. Y sin embargo, mientras los acunaba en medio del cementerio, uno a cada lado, no cesaba de repetírselos.
Todos la miraban y sabían que eso que les decía a sus hijos la mantenía cuerda, era lo que necesitaba creer, era lo que sentía que si repetía lo suficiente, se haría realidad.
El oficial Suárez, como todos los demás, hicieron una fila de interminables “lo siento”, “la acompaño en el sentimiento” y otras muchas frases que forman el imaginario social y que no son más que educadas patrañas.
A todos y cada uno, respondió con un movimiento de cabeza y la mejor sonrisa que pudo encontrar dentro de su cuerpo.

A mediodía todo había terminado. Su madre preparaba la comida mientras su padre charlaba con los chicos en su cuarto, acompañándolos mientras se ponían ropa más cómoda.
Sara había descolgado el teléfono y rezaba para que no sonara el timbre.

Por un momento, en su casa había silencio, un silencio ensordecedor.

Sus padres la ayudaban respetando su espacio, su necesidad de soledad, sus silencios. Colaboraban con los niños, se encargaban de la casa y no decían nada. Justo lo que realmente necesitaba. Egoísta o no, era todo cuánto podía manejar por el momento.

Luego de comer, subió con Camila y Damián a su habitación. Pensó que le daría trabajo que durmieran la siesta como era habitual. Pero estaban verdaderamente rendidos.
Camila tenía los ojos enrojecidos e hinchados. Damián estaba cansado.
Sara no pudo terminar el cuento y los chicos ya estaban agotados, roncando en sus camas.
Aprovechó la tranquilidad para recostarse y dormir la siesta. Brígida y su papá se estaban quedando en su casa y se acostaron como pudieron.

Los padres de Sara habían decidido que quedarse en casa de su hija a echarle una mano y dejar desocupada su propia casa para Celina y su marido, era fundamental.
No sabían como sería para Sara convivir con sus suegros en semejante momento. Y para ellos sería más fácil moverse en una casa vacía, a su disposición, que acomodarse al ritmo familiar de Sara y los niños.
Milena, la hermana de Sebastián, se aseguraría de que estuvieran bien.

Para cuando Sara se levantó eran las 4 de la tarde. Había dormido nada más ni nada menos que 3 hs. de siesta. Medio atontada se dirigió a la cocina donde encontró a su padre preparando el mate.

- ¿Los chicos se levantaron, papá?
- Todavía no, con mamá preferimos esperar a que te levantaras para que decidieras si era mejor dejarlos dormir o levantarlos ahora para que duerman de noche.
- Voy a despertarlos.

Su padre la miró despreocupado mientras espiaba por la tapa de la pava para confirmar que el agua aún no hervía.

- ¿Dulce o amargo?
- Como se te ocurra ponerle azúcar a mi mate, ¡te destierro de mi reino!

Padre e hija sonrieron, el azúcar había sido una broma desde que Sara regresara casada. Aquel joven soñador que se enamoró de ella en una biblioteca, la había “convertido” al mate amargo.
Desde entonces, había sido una de aquellas bromas que hacían a la familiaridad y la compinchería.

Media hora después, Sara bajó por las escaleras arrastrando a dos pequeños zombies. Parecían Chuky y la hija de la chica del exorcista. Cami y Damián arrastraban los pies, se movían lentamente y parecían tener colgajos de baba que se estaban secando en su barbilla. Básicamente: seguían dormidos.
Ernesto sonrió y pensó por millonésima vez que esos dos enanos eran lo más espectacular que la vida pudiera haberle regalado.
Mientras su hija tomaba un mate e intentaba quitarse la pereza de encima, él se aprestó a prepararles la chocolatada y unas tostadas a los pequeños.

- Papá, después de una ducha voy a salir.
- ¿A dónde vas? ¿Necesitás algo? Con tu madre pensábamos pegarnos una escapada al súper para aprovisionar un poco la heladera. Esta noche deberíamos invitar a los Volken a comer, no es bueno que estén solos…
- Voy a salir, tengo asuntos que resolver.
- Ah
– lentamente y con cuidado dijo: vas a ver a Suárez. Es por eso que dijo de la chica, no?

Sara no recordaba haberle comentado nada a su padre, pero no estaba como para tejer intrincadas conspiraciones o para andar ocultando cosas.

- Quizás. Pero más que nada, voy a devolverle su chaqueta. Me la prestó anoche y no caí en la cuenta hasta hoy por la mañana, de que me la traje a casa.

Era una excusa endeble y ella lo sabía, pero su padre, tan discreto y criterioso como siempre, pareció aceptarla inmediatamente.

En cuánto pudo, se metió bajo la lluvia de agua caliente y se dejó recorrer por ella. Se abandonó a la relajante sensación del cuerpo tibio, de los músculos distendiéndose, del sonido reiterado del golpetear de las gotas contra el suelo.
Despacio se desparramó el shampoo por la cabeza y masajeó suavemente el cuero cabelludo absolutamente abstraída por ese momento sin tiempo, ni lugar. Aspirando el aroma a perfume que la rodeaba, dejándose estar en la calidez del ambiente, disfrutando aquél baño como si fuera un extraño lujo en medio de la locura de afuera.
Luego se vistió, agarró las llaves de su coche y saludó como al pasar a sus padres.
No quiso perder más tiempo.

A Max lo llamó desde su celular mientras esperaba en un semáforo. Él la esperaría en la comisaría e irían juntos al hospital.
Nada más llegar, le devolvió la chaqueta agradeciéndole educadamente que la noche anterior se la hubiera prestado.
El hombre parecía un poco avergonzado y se comportaba cómo si no recordara habérsela dado, o haber notado que ella se la llevaba.
No hablaron del cementerio, ni de ella con las rodillas enterradas en el barro. No hablaron de qué había sucedido que él era la única persona que había atinado a ayudarla a ponerse de pie. No mencionaron el hecho de que ella se sostuvo durante todo el oficio recostando su espalda contra el pecho de él.
Sencillamente obviaron todos esos detalles, como si jamás hubieran ocurrido. Se dedicaron a charlar de banalidades, noticias barriales y chucherías por el estilo, mientras la patrulla los trasladaba hasta el hospital.
Incluso hablaron de dónde había dejado el auto Sara y lo importante que sería recordarlo al regreso. De todo, menos de lo que había pasado y de lo que estaba por pasar.

Al llegar al hospital, Sara sintió como una poderosa ansiedad se apoderaba de ella. Nerviosa se puso a jugar con su anillo de bodas.
De reojo Máximo la miraba preocupado. Realmente afligido.
Esa mujer no sabía a qué se estaba enfrentando.
Velozmente atravesaron pasillos hasta llegar a Terapia Intensiva. En la puerta de la habitación se cruzaron con una enfermera que les dijo que la joven había reaccionado, pero deliraba.

Como si una fuerza sobrenatural la impulsara, Sara se introdujo en la habitación con la enfermera intentando cortarle el paso y Máximo intentando detener a la enfermera.
La joven debía tener no más de 21 años. Era bella a pesar de los múltiples golpes de su cara.
Morena como la noche, de nariz amplia, labios carnosos y ojos rasgados.
Tenía el rostro y la nariz hinchados y con varios cascarones de sangre seca.
Movía la cabeza de lado a lado con la frente sudorosa.

Por un breve instante, Sara la miró como si fuera una niña y se compadeció de ella. Entonces, repentinamente la chica abrió un poco los ojos que se fijaron en ella con la mirada turbia y sus labios secos esbozaron unas palabras que Sara no pudo distinguir.
La mujer se aclaro la garganta y con la voz ronca dijo:

- Dios, sos su mujer! No tenia que ser así… ¿Dónde está Sebastián?

Y algo pasó por su mente como un rayo y su rostro se transfiguró, sus ojos se volvieron claros pero su mirada expresaba locura.

- ¡Mi bebé! ¡¿Cómo está mi bebé?!

Sara sintió una puntada lacerante, pero esta vez no era en su corazón, sino en su vientre. Su propia imagen embarazada, acariciando su panza redonda como un mundo, sus niños jugando con barro en el patio, Camila y Damián tal y como los había dejado hacía un rato…
La sensación de náuseas volvió y tuvo que salir de la habitación corriendo.
En el baño vomitó repetidas veces hasta que no quedó nada en su estómago. Se lavó la cara y tomó agua. Evitó el espejo y se esmeró en negar las lágrimas que pugnaban por escapársele de los ojos.
Cuando regresó, el oficial escondía su rostro en el pecho y se había doblado tanto que parecía de la mitad de su tamaño. Ni siquiera fue capaz de levantar la vista al escuchar sus pasos. Sara, se sintió traicionada: otra vez.

- Usted lo sabía y me dejó venir sin decirme nada.

Era conciente de que su voz destilaba veneno y frialdad.

- Sara, si te lo decía no hubieras venido…

Era la primera vez que la tuteaba y a ella le sonó a falsedad.

- ¿Cómo está su bebé? – no fue una pregunta cálida, pero sí era sincera su preocupación. Los niños siempre son inocentes.
- Bien, deberá cuidarse mucho el resto del embarazo, pero el bebé está bien.

Esperaron dos largas horas en silencio. Sara no quiso siquiera aproximarse al oficial, quien para ella había desaparecido del universo. Un par de veces él quiso entablar conversación, darle una explicación, pero ella lo fulminó con la mirada instándolo a atragantarse las palabras.

Un médico pasó, miró la historia clínica, hizo un par de anotaciones y se retiró. Una enfermera llegó 15 minutos después y Sara la abordó para que la dejara pasar un momento antes de retirarse.

La joven se veía más compuesta, aunque aún no estaba del todo conciente. Seguramente estaba muy sedada. No obstante, un haz de lucidez se abrió paso en su cabeza cuando vio entrar a Sara nuevamente.
La mujer se irguió firme frente a la cama. El rostro no denotaba ninguna expresión o sentimiento. Solo la miraba desde la punta, como esperando algo. Una explicación.

- Agua por favor.

Se acercó a la mesita y sirvió medio vaso de agua de una jarra que descansaba allí mismo.

- Soy del norte. – dijo la chica, como si eso lo aclarara todo.
Soy Yamila.

Sara en su corto entendimiento y en medio del tormento comprendió que aquella mujer, esperaba que esos datos, significaran algo para ella.
Tenía mil preguntas en la punta de la lengua, pero no podía ignorar que esa mujer estaba postrada en una cama completamente lastimada y esperando una criatura.

- ¿Su esposo como está?

Sara agradeció el respeto hacia “su esposo” y hacia ella misma, pero no era lo que contaba ahora. Sin embargo, debía responder.
No sintió pena y su respuesta fue fría como el hielo.

- Muerto. La sepultura fue esta mañana.

La mirada de incomprensión y estupor de Yamila, solo reforzaron su furia. Se sentía ultrajada y violentada por tener que estar allí. Y no podía culpar a nadie más que a sí misma por haber ido.
MENTIRA.
¡Podía culpar a Sebastián!

- Usted no sabe de mí, señora. ¿Verdad?
- ¿Acaso alguna esposa sabe de las amantes de su marido?
– dijo derrochando sarcasmo.

Yamila la miró con un dejo de lástima y dolor. Por un segundo giró la cara contra la almohada negándose a mirarla a los ojos. Sara vio en el gesto la confirmación de sus más horrorosos pensamientos y una lágrima de rabia le cruzó la mejilla.

- Imagino que el bebé era suyo, ¿no? ¿Venían juntos a contarme la buena nueva? ¿Esperaban darle la noticia del hermanito a mis hijos? – todo su ser estaba herido de muerte y no fue capaz de contener el odio y la humillación que la corroían.

Sara olvidó donde estaba y la condición de la mujer que se hallaba frente a ella.
La chica la miró con pena y lágrimas en los ojos.

- No, no era suyo. No sé quién es el padre. ¡Su marido era un buen hombre!

Aún retumbaban en sus oídos esas palabras cuando la enfermera le pidió que se retirara explicándole que la paciente ya había atravesado muchas emociones por un día y que era mejor que regresara a visitarla mañana.
Suárez quiso tomarla del brazo al salir, pero ella se lo retiró bruscamente. Solo la dejó seguirla a la distancia, porque habían ido juntos y él debía llevarla hasta su coche.

Ninguna o casi ninguna de las preguntas que le quemaban la cabeza habían sido contestadas. No le cerraba la historia de la embarazada desconocida, que decía no ser la amante de Sebastián. Pero en ese momento, deseaba creerlo más que nada en el mundo.
Anhelaba poder decirles a sus hijos que su padre había sido el mejor hombre, marido y padre de la tierra.
No podía esperar hasta mañana, pero no le quedaba más remedio. El reloj del coche patrulla marcaban las 20.15 hs. Entre una cosa y otra habían pasado más de 3 horas. Pronto sus niños se sentarían a la mesa a cenar y ella debía estar centrada y calmada.
Había sido un día espantoso. Pero mañana conocería toda la historia.

- ¿Quiere que mañana la pase a buscar por su casa para venir de nuevo al hospital?

Ella lo miró incrédula, como si no comprendiese cómo él todavía se atrevía a dirigirle la palabra.

- No Máximo. La chica se llama Yamila, es del norte del país. Lo demás deberá averiguarlo por sí mismo. Mañana yo vengo sola. Si lo necesito, tengo su teléfono.
- Sara…
- Por favor, tuve un día terrible, le pido que no me quiera putear usted también. Ya me jodieron demasiado, no se ponga en la fila…

Suárez no dijo más nada, pero sintió después de mucho tiempo, "otra vez", el profundo dolor del rechazo.
Sara en cambio, solo pensaba en mañana.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Dice terecera parte pero es la 4ta que esperábamos todos! Gracias!

Es bastante trágica la cosa, la próxima espero algo más simpático.

Anónimo dijo...

CUARTA, CHERRY, CUARTA... Corrija please y no se olvide, va por la cuarta.


Aja, si Sokón, desde que empezó, la cosa viene de tragedia, pero conociéndola a Cherry, bastante livianito, pensé que el tipo al ser eyectado del vehículo, iba a tener tres o cuatro días de agonía para después morir.

Y crucemos los dedos, para que la mujer del norte o sea Yamila no esté esperando un bebé del susodicho marido de Sara.(en el caso de que hubiera mentido)
Sino temo que la infidelidad, Sara se lo hará pagar carito a Sebastian.

O se enamora en un dos por tres del oficial o ah! Cierto, me acordé, que Sara era una abnegada y correcta madre, bueno sigamos jugando con la imaginación:

Quizás terminen siendo las mejores amigas criando juntas al hijo de Sebastian y descubran en un futuro inmediato que ambas se miran de una manera especial y se dan cuenta que nacieron la una para la otra y ... "the end", terminan siendo pareja y queda todo en familia.
Gracias a Sebastian, quien se retorcerá en su tumba...

O sigamos?
Que otra parte y/o final?

Que Max, el oficial termine enamorado de Yamila y no de Sara, así Sara sufre por tres, Sebastian, Max y ella, entonces cae en un pozo depresivo y muere de pena.

O… busquemos otra posibilidad...

Tenemos una Yamila de 21 años con un bebe al nacer, una Sara confundida pero que no se prohibió mirar a Max y bueh, DOS MUJERES UN HOMBRE, DÁ PARA UNA TRIANGULACIÓN OSCURA.
Aunque claro, me olvido de las criaturas, ENTONCES ESPEREMOS LA VUELTA QUE LE DA Cherry.

Je!, Cuarta parte y la India en silencio, Cherruna. Demasiado. Milagros no me pida.

Y Sokón, como va con su Malvada?, camina o no camina con tacos agujas sobre sus víctimas?
Agregue a su mesera la profesión de boga, la abogacía y las putas van de la mano.
Ninguna de las dos hacen algo, si no hay un billete de por medio. :)
Cuantas partes, lleva escrito?

Beso
Sokón.

(Siga confundiéndose)

PD: Cierto que no dijo que su mesera fuera puta, solo que "malvada", que asesina a los tipos si es, que los ve acompañados por otras mujeres, entonces agregue que es boga de día y de noche "mesera" y trola...

Una mezcla peligrosa, siiii señor!
Ah, y también que es casada.

Anónimo dijo...

Volví! Sokon:
Ahora que lo pienso, lo suyo no es un canto a la vida.
Se ve que a ustedes los escritores, les dá por matar personas.

El amor tiene mala prensa.
No vende, no?

Indialusky

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Perdonen!!! Es verdad!!! Puse tercera parte dos veces... JE!
Ya lo tengo corregido :-D

Le confieso INDIANA que una de sus ideas había sido mi primer idea. Pero anoche la historia decidió irse por otro lado... yo la llamé pero no me hizo caso!!!
Finalmente me resigné y la dejé caminar sola... ayer hubiera acertado, pero hoy... mmmm... nop.

SOKON tan drástica le ha parecido?
Ya va a ver que el trasfondo va aresultar bastante real... no sé, fue una idea que me surgió anoche, veremos para dónde dispara.
Las historias nos eligen.

Le confieso, de ser algo más alegre, sería algo romántico. EMPALAGOSA Y CURSIMENTE romántico... y sí, con final feliz COMO EN LOS SUEÑOS...

Hace poco dije que en algún momento intentaría algo medio cómico, pero honestamente NO ME ATREVO... el humor es muy dificil...

:-D

Anónimo dijo...

Cherry... tu cuento me tiene a la espectativa mal..... Me encanta, pese a lo trágico que es, pero bueno, son cosas que pasan..

Anónimo dijo...

Yo creo que Yamila dice la verdad.

No me molesta nada su final (el de Yamila y ella terminen juntas, con Sebastién retorciéndose en la tumba). De hecho me encanta! Hasta me imagino una sesión de espiritismo, tipo Ghost, pero al revés, donde el fantasma se mortifica.

Debo confesar, India, que esa frase suya 'DOS MUJERES UN HOMBRE, DÁ PARA UNA TRIANGULACIÓN OSCURA' se me hace que podría ser un gran tìtulo de algo.

La mesera (la del cuento) es una excrecencia de la sociedad: no puede ser abogada, no puede ser prostituta, tiene los 20 minutos de gloria que le dan la juventud y cierto anonimato, con los que se puede embriagar hasta la maternidad. Y luego quizá pueda embriagarse con la maternidad hasta la muerte. Quizá algún marido. El recuerdo de algún libro que no le gustó pero elogia.

Tengo escrito un montón (para mis estàndares), pero a la vez tengo mucho por escribir y màs para corregir. :-(

Posiblemente despuès que sepamos el final de esta historia de Cherry haya novedades de la mesera.

Anónimo dijo...

Alejandro:Está bien vamos en tercera y a fondo, poné la cuarta,la quinta.... alucinanteeeeeee!!!
Dejensé de conjeturas, Yamila es la hija no reconocida no prostitua pero malvada de Sebastian que despechada por el padre que le toco en suerte, trató de matarlo dentro del auto cuando este se nego al chantaje , forcejearon y perdió el control del auto... el hijo de Yamila es de Suarez que el día de corte de luz mundial estaba en el bar y.............
Besos mil.

Anónimo dijo...

Ups...
Bieeeen, me gustó.
Sabe Sokón, abogada da justo, es la mejor definición que leí para una boga: "es la excrecencia de la sociedad".

Los y las detesto, estudié derecho, no para ser abogada sino para defenderme de ellos.
Prejuicio a fondo con el tema de los abogados.


Paso ya un año?!!!
Mi Dios, no lo puedo creer!!
NO LO PUEDO CREER!!!!!


http://cereza-acida.blogspot.com/2007/09/la-mujer-que-quiero-ser.html


FELIZZZZZ CUMPLEEE MAMUCHA DE CHERRY!!!!!

Un beso muy especial PARA VOS,
de parte de la India, de Buenos Aires,
que quiere a tu hija Cherry,

HASTA EL CIELO!!
HACIENDO UN AGUJERITO
Y PASANDOOOOOOOOOOOOOO!!!


Besos grandes!!
La India!

Anónimo dijo...

Sokón volví:
'DOS MUJERES UN HOMBRE, DÁ PARA UNA TRIANGULACIÓN OSCURA'

Ufff, y mire que hay tema para rato, la parte oscura sobre todo...

Un caramelo.

India

Anónimo dijo...

Hola Cherry! Yo quiero saber si Sara y Max van a intimar. Ahí hay onda...

pipistrello64 dijo...

Como prometido, leido.

Sigo participando.

Muy bueno.

Zeta dijo...

Cherry, ponga una reflexión de esas del costado del coso.

Anónimo dijo...

Zeta, ponga algo de lo que sabe hacer, esas que pone en el coso de su blog...
Y deje de dar consejos...que usted no hace ni sigue.
con cariño
India

Anónimo dijo...

Es una solicitud, India.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ZETA: AHora mismo, le cumplo su solicitud...

Anónimo dijo...

Gracias, cherry. Es un amor.
A veces su cariño es tangible.

Anónimo dijo...

esta genial la historia... de hecho q esta para publicarse eh..


saludos


Jano

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

ZETA: Usted sabe que se lo quiere mucho y bien por estos lares. Me alegra que le llegue ;-)

4thwiseman: ¡¡¡BIENVENIDO!!! Me alegra que le guste la historia... ¿tanto como para publicarla? mmmm... para publicarla tendría que ser más larga de lo que va a salir acá (porque sino sería demasiado pedirle a mis lectores), pero le agradezco el halago!!!

CHIKIS: Les agradezco enormemente que me banquen, ya sé que hace casi 15 días que no actualizo, prometo hacerlo este fin de semana. De más están las justificaciones pero estoy como loca en el laburo y llego a casa destruída. Gracias por vuestra paciencia!

Los quiero!

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

Por cierto, estuve de visita por el blog de 4thwiseman y creo Witchie que debieras darte una vuelta por allí. Creo que te va a resultar cuando menos: interesante.

4thwiseman: Me ha gustado mucho tu blog, el fin de semana, con más tiempo, me daré una vueltita por allí a dejar mi huella ¡Un abrazo!

Zeta dijo...

Se me ocurre que dos kilos ya es suficiente.

Andrea Landella dijo...

Mi querida Kami, adhiero a los comentarios que te dicen que nos tenés a la espectativa, pero, estando yo misma envuelta en 75000 cosas te entiendo!!!
Pasé por el Blog de 4thWiseman, mañana o el domingo me voy a poner a leerlo con detenimiento (el caballero pasó por mi blog, a desearme feliz Ostara)
Les dejo saludos y besos a todos y sigo a la espera de ¿cómo sigue esta historia?
PD sí, noctámbula total... pero a esta hora HAY SILENCIO.

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

WITCHIE: Te juro que yo soy re noctámbula también, es más, me encanta quedarme hasta tarde leyendo y chateando... pero últimamente estoy en el laburo a full y no llego al trasnoche jejeje. Caigo tempranito :-P

ZETITA: 2 kgs. alcanza, pero no me va a quedar "pintado"... y yo quiero verme "deslumbrante" :-D

Anónimo dijo...

Ver si escribió algo...
Si claro era una solicitud, un pedido...
por eso dice
"con cariño"

India

Anónimo dijo...

fiufiu Z!!

Sorprendente!
...me acostumbre a pasar por el coso cada mes.

India

PD: que bien, cherruna, fiufiu usted también.

PD2: Otro fiufiu para Sokon y su mesera malvada.

Mas seguido en lo posible.
Si hay que esperar y bueno se espera.

Con cariño

Anónimo dijo...

Cherry... no quiero ser impaciente, pero... para cuando otro capítulo?????
Besote :D

→FAIRY ♥ KAMI← ® dijo...

No sos impaciente Vani, yo estoy atrasada... mea culpa. Tengo escrita la mitad del capítulo (cada capítulo es de 6 a 8 páginas de word) creo que hoy x la tarde puedo terminarlo, a la noche lo cuelgo!
¡Gracias por bancarme! ¡Son los mejores lectores del mundo!